Norte Grande: brechas de desarrollo

 Norte Grande: brechas de desarrollo

La gran mayoría de las estadísticas vinculadas a la calidad de vida y al desarrollo de la infraestructura básica confirman que las provincias del norte argentino han sido las menos favorecidas por las políticas nacionales, tanto de distribución del ingreso como de los fondos de inversión pública.

Editorial – Como consecuencia del diseño de un país macrocefálico, que históricamente, desde mediados del siglo XIX, favoreció la consolidación de la región de la Pampa Húmeda y el puerto de Buenos Aires como las más ricas del país, en desmedro del resto, hoy se advierten brechas de desarrollo muy pronunciadas. La región Norte Grande (NEA-NOA) es la más perjudicada.

El proceso iniciado de la organización nacional no ha sufrido demasiadas alteraciones. Es decir, ha sido constante a lo largo de más de un siglo y medio, afianzado por gobiernos nacionales que, aunque de distinto signo político, mantuvieron coherencia en cuanto a la concepción de un país con evidentes distorsiones y desigualdades en el grado de desarrollo de sus distintas regiones.

La gran mayoría de las estadísticas vinculadas a la calidad de vida y al desarrollo de la infraestructura básica confirman que las provincias del norte argentino han sido las menos favorecidas por las políticas nacionales, tanto de distribución del ingreso como de los fondos de inversión pública.

Tal vez por la contundencia de las cifras es que periódicamente el Gobierno nacional anuncia el lanzamiento de programas destinados a morigerar esta brecha, aunque, claro, no de manera sustancial.

Éste es el caso del que se acaba de anunciar, denominado Programa de Inversiones Municipales, por un monto cercano a los 2.000 millones de pesos, orientado a ampliar la cobertura de servicios básicos en Catamarca, Chaco, Corrientes, Formosa, Jujuy, La Rioja, Misiones, Salta, Santiago del Estero y Tucumán.

La iniciativa tiene como propósito financiar obras de infraestructura urbana y servicios públicos, como agua y saneamiento, caminos, alumbrado público, desagües pluviales, equipamientos comunitarios y consolidación de barrios.

En la documentación preliminar del programa se reúne información estadística que deja constancia de la brecha de desarrollo aludida más arriba. Mientras en el conjunto del país el porcentaje de hogares con carencias básicas en 2010 era de 28%, esta cifra ascendía a 43% en promedio para el Norte Grande.

Las mayores brechas se registran en los hogares sin acceso a red de gas (81%, contra 44% de promedio nacional); a saneamiento (59 y 47%); y a redes de electricidad (15 y 6%).

Programas como el que se implementarán con fondos nacionales contribuyen apenas a atenuar las evidentes inequidades. Pero, además de su insuficiencia, se caracterizan por estar sujetos a la discrecionalidad de los gobernantes ocasionales.

Más justo, desde una perspectiva estratégica y estructural, sería que la distribución de los fondos de la inversión pública nacional se diseñara según criterios establecidos por ley, como el caso de los fondos coparticipables, priorizando las regiones que presenten indicadores de desarrollo más desventajosos.

Quizás un acuerdo global entre los gobiernos de las provincias del norte argentino, y de sus respectivos representantes en el Congreso de la Nación, tornen viable políticamente un proyecto de estas características.

Argentina es un país con evidentes desigualdades en el grado de desarrollo de sus distintas regiones. El NOA y NEA son las más perjudicadas.

* El Ancasti

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