En el camino del error vamos perdiendo todos

 En el camino del error vamos perdiendo todos

Es así, ni más ni menos; es muy común que esto suceda cuando estamos en apuros o confundidos, o cuando no sabemos qué hacer en determinadas circunstancias, y, en esos casos recurrimos “al mejor parche que se nos cruza por la mente”sin detenernos a imaginar siquiera las consecuencias que la “salida encontrada” pudiera acarrear hacia el futuro, por lo general, contrarias al bien perseguido.

Y se llega a esa situación cuando se asume una responsabilidad que excede los propios conocimientos. Y tal situación, normal y fatalmente, ocurre para mal de muchos que confían en “las pericias de los pilotos y en la seguridad de las máquinas”. Existe, entonces una responsabilidad mayor a cumplir y respetar frente a quienes esperan buenos resultados de tales premisas; eso se llama “Presunción de razonabilidad”, algo que jamás debería ser alterado o puesto en “tela de juicio” ante quienes confían a pié juntillas. Lo dicho toma un carácter aún superior cuando se trate de la “Presunción de razonabilidad, racionalidad, idoneidad, legalidad, constitucionalidad, etc.” proveniente de los -supuestamente idóneos o inobjetables- entes del Estado Nacional.

Pues bien, ello no sucede con la administración de los servicios de radiodifusión, en nuestro país.

El país disponía de un espectro de frecuencias radioeléctricas, sobradamente importante, como para satisfacer toda la demanda de particulares para instalar, operar y explotar servicios de radiodifusión de televisión (abierta, directa y gratuita) a lo largo y a lo ancho de todo su territorio. Emisoras de carácter nacional, de tipo regional y hasta las más pequeñas de índole local. Tratándose de medios de recepción abierta, directa y gratuita, cuyos ingresos permitidos llegarían –únicamente- de la venta publicitaria, es de entender que su proliferación sería “acotada” a las posibilidades de cada mercado y, por lo tanto, quedarían en desuso una gran cantidad de frecuencias (canales), las que podrían ser destinadas a“otros servicios”, a fin de dar cabida, y con creces, a las nuevas tecnologías de la comunicación.

Pero, en Argentina todo fue hecho al revés. Desde la década de los 90´, el espectro de frecuencias atribuidas por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), el Reglamento Internacional de Radiocomunicaciones y el Convenio Internacional de Nairobi, del cual nuestra Nación es parte (Ley 23.478), ha sido invadido, con el error o el apoyo estatal, por servicios contrarios al uso que debía ser respetado en esa banda del espectro radioeléctrico: la Televisión Codificada(onerosa); más adelante con la Televisión Digital Abierta (TDA), y a la Televisión Digital Terrestre (TDT); luego destinó 18 de ellas a las TIC (Telecomunicaciones), y en la actualidad, a los ciudadanos no nos quedan canales de televisión“abiertos, directos y gratuitos” como hubiese correspondido, según lo determinan las normas respectivas.

Es evidente, que en la confusión y en el apuro, tal vez, de satisfacer “vaya uno saber a quiénes”, se ha ido “perdiendo todo en el camino del error”.

 

 

Edgardo Molo

Asesor Técnico Legal

Especialista en Radiodifusión

Periodista

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