Un gran escenario para el pequeño “hombre cohete”

 Un gran escenario para el pequeño “hombre cohete”

La corta visita de Kim a China fue una inteligente jugada de ajedrez. Pero aunque todas las partes se consideran ganadoras, los resultados concretos están por verse, opina Alexander Freund.

El joven mandatario norcoreano, Kim Jong Un, puede tildar su rápida visita a Pekín de éxito. Consiguió implicar al hermano mayor chino de forma anticipada, antes de que se celebren las conversaciones con Corea del Sur y, quizás, incluso con Estados Unidos, si todo marcha bien.

Kim puede ahora negociar sabiendo que China lo apoya. Y, gracias a sus amenazas nucleares y a su mano a mano con Pekín, Kim puede sentarse en la mesa de negociación con más confianza. Así, Kim negociará de igual a igual, no como si le hubieran puesto de rodillas con las sanciones.

Freund Alexander Kommentarbild App Alexander Freund, periodista de DW especializado en Asia

A cambio de la desnuclearización, Kim espera «una atmósfera de paz y estabilidad” por parte de EE.UU. y Corea del Sur. En otras palabras, lo que esto significa que es que el líder de Corea del Norte y su círculo de poder quieren que su seguridad quede garantizada y que el vecino surcoreano empiece a desarmarse.

La visita inaugural a China llega tarde, teniendo en cuenta las pruebas de misiles de Kim y sus ambiciones nucleares, que han socavado la autoridad de China como poder protector. Durante mucho tiempo, Pekín ha hecho inútilmente campaña por una solución dialogada en el marco de las llamadas conversaciones a seis partes.

De hecho, el apoyo chino a las sanciones de la ONU contra Corea del Norte fue un signo claro de que Pionyang había lastrado su relación, tradicionalmente cercana.

No hay solución sin China

El hecho de que Kim esté pidiendo apoyo más allá de cualquier proceso negociador puede ser considerado como un gran éxito para Pekín. Sin China no puede haber solución para el conflicto en la Península de Corea.

La forma en que se celebró el papel de líder de Xi Jinping muestra lo importante que es esta interpretación para China. Xi puede, y con razón, considerarse victorioso; tiene la autoridad de haber sido restituido como potencia protectora. Sea lo que sea aquello que discuta Kim con el presidente surcoreano, Moon Jae In, o con su homólogo estadounidense, Donald Trump, no habrá decisión final sin Xi.

Trump también se ve como un claro ganador: su mano dura puso tanta presión sobre Corea del Norte ,que esta se vio obligada a dar un paso. El controvertido líder sin duda revindicará haber cambiado algo en un conflicto largamente enquistado.

Si el estadounidense es capaz de negociar un acuerdo favorable para su propio país, como la desnuclearización de la península y que no haya lanzamientos en dirección a EE.UU., entonces probablemente habrá logrado algo merecedor de reconocimiento.

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China confirma visita de Kim Jong-un

Lo que está por ver son las concesiones que tendría que hacer Trump. Este podría renunciar a las maniobras militares conjuntas con Corea del Sur o al estacionamiento de las baterías THAAD, pero es difícil que acepte retirar las tropas estadounidenses del territorio surcoreano. Además, Kim entiende la «desnuclearización de la Península de Corea” como la retirada del arsenal de armas nucleares tácticas de EE.UU. de la región, como por ejemplo aquellas situadas en submarinos.

El presidente surcoreano Moon también debería ser visto como un ganador, pese a que no destaque entre el grupo de machos alfa. Su política de diálogo ha creado una atmósfera de confianza exactamente en el momento oportuno, algo que, afortunadamente, ha sido reconocido por los líderes norcoreanos.

Mayores probabilidades de éxito

El éxito tiene muchos progenitores y esto es una vez más evidente. Cuando todos se consideran ganadores, las probabilidades de éxito aumentan. Sin embargo, habría que dejarles claro a todos estos supuestos ganadores que todavía no se ha logrado nada concreto y que las negociaciones de verdad todavía siguen pendientes. Las diferencias y la desconfianza mutua son aún grandes. Pero al menos hay una esperanza realista de cara a una solución negociada. Y, comparado con la retórica de guerra de los meses recientes, esto es un verdadero éxito.

Autor: Alexander Freund (EAL/MS)

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