Perico Noticias
La noche del 26-O no cierra una campaña: abre la tapa de una olla a presión. Con el dólar forzando los bordes de la banda y un Tesoro extranjero interviniendo el mercado, la economía argentina llega a las urnas con respirador. El Gobierno llama “recambio” a lo que en rigor luce como deserción en cadena de ministros y un viraje geopolítico que terceriza Cancillería y estabilización en “facilitadores” financieros. No es ingeniería institucional: es administración de urgencias.
Mientras arriba se juega al equilibrio con dólares prestados, abajo se vive una implosión silenciosa: familias atrapadas por tarjetas, tasas usurarias y créditos de pasillo; PyMEs sin margen; comercios en modo supervivencia. La crisis hoy estalla adentro—con ansiedad, medicación interrumpida, discusiones que rompen hogares—y, si no hay giro de política, estallará afuera. La secuencia es física: primero colapsa hacia dentro, después rebota en la calle.
El lunes pos 26-O no habrá magia. Aun con cambios de nombres, el programa oficial anunciado es más tarifazo, menos subsidios, más dólar carísimo y una rigidez fiscal que achica el mercado interno. Con ese cóctel, la promesa es una sola: más recesión. La macro podrá exhibir planillas prolijas; la micro muestra heladeras vacías. El “orden” que se celebra en Excel se paga en el barrio.
La política provincial, lejos de amortiguar, muchas veces agrava: salarios por debajo de la línea de pobreza y recortes que licúan ingresos, justo cuando el consumo es el último dique de contención. Resultado: un aparato productivo que se desangra y una sociedad que pierde horizontes.
¿Qué pide este tiempo?
- Alivio inmediato para deudores familiares y PyMEs (quita de punitorios, tasa tope vinculada a ingresos, gracia 6–12 meses y unificación de pasivos).
- Programa anti-recesión con crédito productivo real, no financiero; obra pública selectiva de alto multiplicador (logística, agua, salud primaria).
- Ancla cambiaria creíble sin quemar reservas ajenas; transparencia sobre intervenciones y costos.
- Cruce geopolítico pragmático: negociar con todos, vender a todos; ideología no paga fletes.
- Pacto de ingresos: paritarias con cláusula de revisión trimestral y canasta regulada de medicamentos y alimentos críticos.
Lo que se juega ya no es el relato—es el pulso. Si el lunes la respuesta oficial es la misma, el lenguaje social será inequívoco: más morosidad, más caída del empleo, más conflicto diferido. La gobernabilidad no se construye con alfombras rojas ni hashtags: se construye apagando incendios reales y dando oxígeno a quienes producen y a quienes apenas respiran.
El 27-O amanecemos en el mismo país, pero con menos margen de error. O el poder entiende que la estabilidad no se compra a cualquier precio —ni afuera ni adentro— o la cuenta llegará, como siempre, con intereses.
