Jaldo rompe con Milei: Tucumán no será el felpudo del ajuste libertario

Jaldo rompe con Milei: Tucumán no será el felpudo del ajuste libertario

La paciencia tiene un límite, y en Tucumán acaba de estallar. Osvaldo Jaldo, gobernador peronista, pragmático y hasta ayer aliado funcional del gobierno nacional, acaba de marcar un quiebre histórico con el presidente Javier Milei. El detonante: el cierre de Scania y la parálisis de Topper, dos emblemas industriales que hasta hace poco sostenían miles de empleos en el norte argentino. Hoy, sus trabajadores están en la calle. Y Jaldo ya no disimula su furia.

“No va a poder gobernar si no incluye a las provincias”, sentenció el mandatario tucumano, en una declaración que no solo resuena como advertencia política, sino como la expresión más clara del hartazgo federal ante un modelo económico devastador. La motosierra llegó al interior y el daño ya no puede ocultarse ni con trolls ni con gráficos del INDEC.

Scania baja la persiana. Topper suspende personal. El entramado industrial de Tucumán cruje, y detrás de las fábricas paralizadas hay rostros: padres de familia, jóvenes, mujeres, técnicos, operarios… todos víctimas de un plan económico dogmático que aplica recetas de manual sin mirar a quién se lleva puesto. La “libertad” prometida terminó siendo el naufragio de toda la estructura productiva del NOA.

Lo más grave es que el gobierno libertario no mueve un dedo. Milei celebra superávits truchos sobre ruinas sociales, mientras Santiago Caputo baja línea de ajuste, indiferencia y desprecio por el federalismo. Tucumán no es la excepción: es la advertencia de lo que se viene si no se reacciona a tiempo.

Jaldo fue uno de los gobernadores que votó la Ley Bases. Que acompañó, que creyó en la posibilidad de una gobernabilidad razonable. Hoy, tras ver el colapso laboral de su provincia, entiende que el precio de esa gobernabilidad es demasiado alto. No se puede entregar el tejido productivo a cambio de un like presidencial.

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Este distanciamiento es el síntoma más evidente de una fractura: el modelo Milei está dejando sin país al país. Las provincias pagan el ajuste, pero los beneficios se reparten entre fondos de inversión, CEOS y amigos del poder. Y si hay resistencia, se los acusa de “chorros”, “casta” o “estatistas”. Ya nadie se salva: ni el trabajador, ni el gobernador, ni siquiera los que intentaron conciliar.

La bronca se acumula. El norte argentino está herido. La economía real se desangra. Y la motosierra ya no es símbolo de coraje, sino de destrucción estéril. Jaldo lo entendió. Y al decir que “sin provincias no se puede gobernar”, nos recuerda que sin federalismo no hay república.

El presidente haría bien en tomar nota. Porque cuando las fábricas cierran y los gobernadores se rebelan, la caída no es solo política: es histórica.

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