La industria nacional atraviesa su hora más crítica en décadas. Con la reciente paralización de la producción de Scania en Tucumán, el cierre de Nissan, la reducción de turnos en Topper y las suspensiones en Ledesma (Jujuy), se encienden todas las alarmas. Lo que parecía un “plan de ajuste ordenado” se convirtió en una demolición económica que deja un tendal de obreros sin trabajo, familias en la incertidumbre y provincias completas paralizadas.
Fábricas apagadas: de la esperanza al abandono
Scania anunció la paralización total de su planta por falta de demanda y caída en los pedidos. Nissan ya cerró su producción. Topper, ícono del calzado deportivo argentino, suspendió trabajadores. En Jujuy, Ledesma –motor agroindustrial del NOA– redujo operaciones y despidos silenciosos. La tormenta es general: la caída del consumo, la recesión inducida y la apertura indiscriminada de importaciones son los factores letales.
El modelo Milei: ¿reconversión o derrumbe?
El gobierno libertario sostiene que estamos ante un proceso “purificador” para una economía sobredimensionada y subsidiada. Pero la realidad choca con la teoría: el consumo congelado, la producción detenida y la inversión paralizada demuestran que el modelo no genera eficiencia sino exclusión. La inflación baja no por éxito económico sino porque ya nadie compra, y los salarios son polvo.
Voces que se alzan
Referentes sindicales como Sergio Palazzo y Pablo Moyano advierten sobre “una masacre laboral planificada”. Gobernadores como Osvaldo Jaldo (Tucumán) ya se distancian de la gestión Milei: “No se puede gobernar sin las provincias”. En el Congreso, el bloque de Unión por la Patria y parte del radicalismo plantean un urgente freno al desguace productivo.
La industria no es gasto, es futuro
Mientras el presidente Javier Milei insiste con “eliminar al Estado elefante”, la destrucción industrial avanza como topadora, afectando no solo a grandes fábricas, sino a PYMES, cooperativas y proveedores. En lugar de reconvertirse, el aparato productivo argentino colapsa por falta de oxígeno. Ni créditos, ni estímulos, ni protección. Solo ajuste, dólar caro e importaciones desreguladas.
Tucumán, Jujuy y el norte: epicentro del impacto
Las provincias del norte argentino están siendo el laboratorio del desastre. En Tucumán, la decisión de Scania y Nissan implica el vaciamiento de sectores que tardaron décadas en consolidarse. En Jujuy, la sangría de Ledesma pone en jaque no solo la industria azucarera sino el tejido social entero. ¿Y las respuestas del Gobierno Nacional? Silencio o soberbia.
Un modelo que no tiene plan B
El problema no es solo ideológico. Es fáctico: los números no cierran. El supuesto equilibrio fiscal se construye sobre una economía parada, un empleo devastado y un pueblo que sobrevive sin consumir. En este contexto, pensar en un «rebote» económico sin industria es pura fantasía. El modelo Milei no solo no funciona: es inviable sin causar dolor masivo.
¿Hay salida?
Las voces más lúcidas insisten en un modelo de desarrollo basado en la soberanía industrial, el cuidado del mercado interno y la planificación pública. El problema no es el gasto sino cómo se gasta y para quién se produce. El actual gobierno parece no tener ni sensibilidad ni visión de país. Pero la reacción social puede marcar un límite.