Fracaso estratégico de Israel: Irán sobrevive, impone condiciones y celebra la paz tras la “guerra de los 12 días”

Por Redacción Perico Noticias Internacional

El tablero geopolítico global acaba de registrar un giro inesperado. Tras doce días de fuego cruzado, ataques selectivos, operaciones de inteligencia y un nivel de tensión sin precedentes, el presidente de Irán, Masud Pesquián, anunció oficialmente el fin de la guerra contra Israel, presentando el cese del fuego como una victoria nacional. Lo hizo desde Teherán, entre manifestaciones masivas de apoyo popular, y bajo condiciones claras: Irán respetará la tregua promovida por Estados Unidos si, y solo si, Israel también la cumple.

Israel, sin su gran objetivo: el régimen de los Ayatolás sobrevive

El saldo inmediato del conflicto no deja dudas sobre su profundidad simbólica: Israel no logró su gran objetivo. No cayó el régimen iraní. El líder supremo, Ali Khamenei, sigue en pie, y el anuncio iraní fue recibido con júbilo en las calles. La inteligencia israelí, según medios internacionales, tenía a tiro al Ayatolá, pero no ejecutó el ataque, en parte por presiones del expresidente estadounidense Donald Trump, quien buscaba evitar una escalada mayor.

Como revelaron analistas como Nelson Castro y corresponsales desde Jerusalén, el conflicto dejó al descubierto una grieta estratégica entre Israel y Estados Unidos. Mientras Tel Aviv apuntaba a un golpe terminal al régimen, Washington prefería limitar los ataques y presionar a Irán hacia la negociación. Trump quiere ser recordado como el artífice de la paz, no como el detonante de una guerra regional.

Pesquián, firme ante los Emiratos y el mundo

En conversaciones con líderes internacionales —entre ellos el primer ministro de Malasia, Anwar Ibrahim, y el presidente de Emiratos Árabes Unidos—, el mandatario iraní dejó clara su postura: “Israel y Estados Unidos no pueden imponer aspiraciones injustas por la fuerza”, y subrayó que Irán está dispuesto a resolver los problemas en la mesa de negociaciones.

Pero esa disponibilidad se da desde una posición que Teherán presenta como victoriosa. Las calles de la capital se llenaron de banderas, retratos del Ayatolá y pancartas con consignas antiestadounidenses. El régimen logra, al menos de momento, capitalizar el conflicto en clave nacionalista y fortalecer su narrativa interna.

El fuego no fue suficiente

Si bien Israel logró eliminar a 13 altos mandos de la Guardia Revolucionaria —con ayuda de ciudadanos iraníes opositores, según el Mossad—, no destruyó el corazón del poder nuclear ni desmanteló el aparato político de Teherán. “Sin inspecciones independientes, nadie sabe cuánto se dañó realmente”, advierten analistas. Mientras tanto, Irán ya planea reponer sus científicos y reconstruir sus instalaciones nucleares.

En este contexto, la imagen del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu queda severamente dañada. La operación no logró el colapso deseado del régimen iraní, Gaza sigue siendo una bomba humanitaria y los medios israelíes empiezan a cuestionar públicamente el rumbo del gobierno.

Trump, el otro ganador

Paradójicamente, el expresidente estadounidense —y posible candidato en 2026— emerge fortalecido. La tregua anunciada por Irán responde a su llamado, lo cual le permite posar como el negociador que evitó una guerra total. Pero la estabilidad lograda es frágil y repleta de interrogantes.

¿Hacia dónde vamos?

El fin de esta “guerra de los 12 días” no es un punto final, sino una pausa táctica. Irán sobrevivió, pero está herido. Israel no logró el “checkmate”, pero demostró su capacidad de infiltración. Trump reaparece como operador de paz. Y el mundo, una vez más, queda expuesto a una región que, entre bombas y acuerdos, escribe el destino de la seguridad global.