Por Jorge A. Lindon // San Salvador de Jujuy, 1 de julio de 2025 – La paciencia se agotó. Esta mañana, trabajadores municipales de la Dirección de Tránsito de San Salvador de Jujuy, incluyendo los turnos mañana, tarde y noche, además del personal de Demarcación Vial y la Delegación de Alto Comedero, se movilizaron masivamente hacia el edificio central del municipio sobre Avenida Éxodo. La protesta expone con crudeza una larga lista de reclamos que el Ejecutivo local ha decidido ignorar sistemáticamente.
Condiciones de trabajo precarias y abandono institucional
Los trabajadores exigen mejoras urgentes en las condiciones laborales: aumento del pago por servicios adicionales fuera del horario normal, instalaciones sanitarias en condiciones mínimas de higiene, entrega de elementos de seguridad y equipamiento adecuado, incluyendo indumentaria de trabajo. No es una lista nueva: son demandas de vieja data que han sido reiteradas en múltiples oportunidades y audiencias de conciliación, todas sin respuesta concreta por parte del gobierno municipal.
«Venimos con reclamos que tienen años sin resolverse, nos tratan como descartables, mientras se llenan la boca hablando de modernización y orden urbano», expresó uno de los manifestantes desde la movilización.
Fondos millonarios, servicios empobrecidos
Según datos oficiales, solo en los primeros cuatro meses del año, la Municipalidad de San Salvador de Jujuy recaudó más de 320 millones de pesos por multas de tránsito. A ese monto se suma lo recaudado por el sistema Vía Parking, que entre enero y mayo superó los 1.365 millones de pesos. En total, casi 1.700 millones de pesos en ingresos que, denuncian los trabajadores, no se traducen en mejoras reales para el personal ni para los servicios municipales.
Este nivel de recaudación contrasta de manera obscena con el estado actual de la Dirección de Tránsito: baños rotos, chalecos vencidos, falta de equipos de protección, radios deterioradas, y una desorganización generalizada que pone en riesgo tanto a los agentes como a la ciudadanía.
Un municipio que no escucha
La falta de voluntad política quedó expuesta tras la finalización, el pasado 19 de junio, de las audiencias de conciliación obligatoria, sin que el municipio presentara una sola propuesta concreta para resolver el conflicto. Desde entonces, los trabajadores comenzaron un plan de lucha bajo la modalidad de “trabajo bajo protesta”, y advirtieron que las medidas se intensificarán si no hay respuestas inmediatas.
“No se trata solo de salarios. Se trata de dignidad, de respeto por quienes todos los días se exponen al tránsito, a los accidentes, al desorden de una ciudad que crece sin planificación”, agregó otro referente sindical.
La pregunta de fondo: ¿dónde está la plata?
Con cifras millonarias en recaudación y una planta municipal cada vez más debilitada en lo operativo, crece el malestar no solo entre los trabajadores sino también entre los vecinos, quienes ven deteriorarse los servicios básicos mientras los recursos no se reflejan en mejoras visibles.
Este conflicto desnuda algo más que un reclamo gremial. Pone en evidencia un modelo de gestión que prioriza la recaudación sin reinvertirla en su gente ni en la ciudad. Un municipio que “hace caja” con la presión al ciudadano pero niega inversión al esqueleto mismo que sostiene sus servicios públicos.
Hoy, el termómetro social marca una alerta roja: los trabajadores están en la calle, pero el municipio permanece en silencio. Y en Jujuy, como en el resto del país, cuando se combina la falta de diálogo con la acumulación de bronca, el resultado no es otra cosa que conflicto.