«El modelo Jujuy no existe: una puesta en escena para maquillar el fracaso estructural de un gobierno en retirada»

«El modelo Jujuy no existe: una puesta en escena para maquillar el fracaso estructural de un gobierno en retirada»


Una puesta en escena con economistas a medida

La reciente nota publicada por El Tribuno de Jujuy que pondera el supuesto “modelo Jujuy” de crecimiento, no es más que un intento de legitimación desesperada. El Gobierno provincial, sin oposición real —con libertarios funcionales a la estrategia oficial y un peronismo devenido en socio menor— recurre a la contratación de economistas foráneos que desconocen el verdadero pulso del pueblo jujeño. A estos opinólogos de alquiler, se les entrega un guion decorado con cifras selectivas, mientras la provincia padece una crisis que los números maquillados no pueden ocultar.

Desigualdad estructural, deuda pública y crisis social

La realidad es otra. Jujuy lidera el ranking nacional en conflictividad social. La represión a comunidades indígenas, el vaciamiento de instituciones públicas, la falta de acceso a la salud y una educación en emergencia desmienten cualquier fantasía de “progreso”.
Además, el crecimiento económico que celebran estos conferencistas no considera la brutal desigualdad que deja fuera a miles de familias del interior profundo. Mientras se muestra una supuesta diversificación productiva, crece la deuda pública provincial —hoy impagable— que condiciona toda soberanía futura.

La matriz productiva sigue intacta: extractivismo, precariedad y concentración

Jujuy no ha cambiado su matriz productiva: continúa apostando al modelo extractivista, concentrado en el litio, sin control estatal real ni redistribución territorial de la riqueza. Las ganancias se fugan y las comunidades locales apenas reciben migajas.
El turismo, tan promovido desde el marketing oficial, se volvió un recurso precarizador de jóvenes y mujeres, sin derechos laborales ni acceso al hábitat.

Los “logros” son simulacros sin correlato popular

La tan promocionada estabilidad institucional es en realidad una clausura del debate democrático. El oficialismo provincial controla todos los poderes del Estado, y en lugar de diálogo, impone. La represión a la protesta, la persecución judicial de opositores sociales y la concentración mediática completan el cuadro de un “modelo” que se parece más a un régimen.

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¿Dónde está la inversión genuina? ¿Dónde los empleos de calidad?

El supuesto “milagro económico” no se refleja en los barrios, en las comunidades originarias, ni en los pueblos fronterizos. Las pymes están asfixiadas, el consumo interno destruido, y la obra pública paralizada fuera del marketing electoral. La juventud migra, los profesionales se exilian, y la deserción escolar crece. El modelo Jujuy no existe, es apenas un holograma de campaña.

Un cierre que busca adhesión y esperanza real

No necesitamos más diagnósticos pagados ni aplaudidores rentados. Necesitamos una discusión honesta, con participación ciudadana real, que apueste a la diversificación productiva con justicia ambiental, la soberanía alimentaria y el acceso equitativo a bienes comunes.
La única salida posible será desde abajo, con protagonismo popular, institucionalidad democrática verdadera y redistribución del poder.


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