“La soberanía no se ajusta: se construye con dignidad”

“La soberanía no se ajusta: se construye con dignidad”


Por Jorge A. Lindon // En el umbral de este nuevo aniversario patrio, cuando el eco de la palabra “Independencia” intenta colarse por entre los cerrojos oxidados de una democracia herida, me permito —desde este rincón del Norte Grande— elevar una voz, no de denuncia vacía ni de romanticismo banal, sino de razón política, humanismo profundo y esperanza lúcida.

Porque ajustar no es gobernar. Y menos aún lo es cuando se ajusta sin piedad ni lógica, sin poesía ni decencia, sin destino colectivo ni propósito trascendente. Hoy, el 74% de los argentinos percibe el mercado laboral como un pantano árido y hostil, donde los sueños naufragan antes de nacer. Casi la mitad teme perder su empleo. Pero no hay cadena nacional que lo diga. No hay bandera que lo consuele. Solo hay un silencio brutal adornado con discursos de plástico.

El dogma del látigo

Reducir el siglo XXI a la fórmula medieval del “ajuste o caos” es una ofensa a la inteligencia social. Es creer que la única salida de esta tormenta es arrojar por la borda al 70% de los hogares argentinos, quemando generaciones enteras como leña mojada en una hoguera de Excel.

Ese modelo mesiánico e irracional, que se arrodilla ante el altar del FMI, es el nuevo rostro del autoritarismo neoliberal: uno que ya no usa botas ni cadenas, sino algoritmos, recortes y tasas de interés. Uno que encuentra aliados funcionales no solo en el radicalismo y el PRO, sino también en sectores del peronismo que ya no laten con justicia social sino con el frío pulso de la especulación.

Cooperación o barbarie

Pero hay otro camino. Uno que no se mide en puntos del PBI sino en el calor humano de una olla popular. Un camino que no busca “achicar el Estado” sino agrandar el alma colectiva, como enseñó Eva, como gritó Walsh, como construyeron miles de cooperativas que todavía hoy sostienen la dignidad del trabajo en los márgenes más olvidados del país.

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Hoy debemos hablar de soberanía intelectual, no solo como un concepto académico, sino como una necesidad urgente: la capacidad de pensar fuera del corset ideológico de Harvard, del dogma mileísta o del mesianismo rentístico. Necesitamos volver a leer a Paulo Freire, a José Ingenieros, a Proudhon, a Scalabrini Ortiz. Necesitamos traducir en políticas públicas las nociones de solidaridad, reciprocidad y decencia.

Porque una nación no se emancipa con motosierra, sino con puentes. No se desarrolla con planillas de ajuste, sino con proyectos educativos, federales, tecnológicos, agrícolas y cooperativos que abracen la vida en toda su diversidad. Y sobre todo: con justicia distributiva y memoria popular.

El calvario de los justos

Hoy, más que nunca, la Argentina atraviesa un calvario sin cruz redentora. Y lo caminan millones: jubilados sin recetas ni estufas, docentes sin tiza ni sueldo digno, emprendedores sin crédito ni red, jóvenes sin mañana. Creer que en ese dolor se esconde la cura es una forma sofisticada de imbecilidad política.

Como dijo una vez el poeta León Felipe: “No sabiendo los oficios, los haremos con respeto. Para enterrar a los muertos como se debe, cualquiera sirve, cualquiera… menos un sepulturero.”
Hoy, en nombre de la República, nos gobiernan sepultureros de la esperanza.
Pero no pasarán.

Lo que viene

Yo no invoco un pasado idealizado, ni me abrazo a banderas rotas. Lo que propongo es recuperar la política como herramienta de emancipación real, de transformación concreta. Debemos imaginar nuevos instrumentos financieros solidarios, sistemas de producción basados en redes de confianza, gobernanzas cooperativas locales, educación disruptiva con sentido nacional y popular, y sobre todo: valentía emocional para abrazar al otro como parte del mismo sueño.

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La independencia no es una fecha: es una práctica cotidiana.
Es elegir ser protagonistas, no víctimas.
Es reconstruir el país desde las cenizas, no desde las estadísticas frías de consultoras contratadas por los mismos que nos hunden.

Este 9 de Julio, no celebremos una independencia de cartón.
Comencemos a construir una verdadera libertad: la que nace del pan compartido, del saber liberado y del amor organizado.

¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

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