«Golpe a la vieja política en Monterrico: la Justicia ordena la asunción de María Almazán y desarticula el bloqueo institucional del nilsismo»

«Golpe a la vieja política en Monterrico: la Justicia ordena la asunción de María Almazán y desarticula el bloqueo institucional del nilsismo»

En un fallo que puede marcar un antes y un después en la institucionalidad de Monterrico, la Justicia provincial aceptó la demanda interpuesta por María Almazán —concejal suplente legalmente proclamada— y ordenó su inmediata asunción en el Concejo Deliberante, desarticulando de manera contundente una maniobra dilatoria que desde hace semanas había convertido al órgano legislativo en rehén de una interna política degradante.

La resistencia a su incorporación, orquestada por la presidenta del Concejo, Mónica Gualpa, y sostenida bajo la influencia del ex intendente Nilson Ortega, no solo carecía de fundamento jurídico alguno, sino que evidenciaba una peligrosa utilización de las mayorías circunstanciales para cercenar derechos políticos consagrados. En efecto, el lugar vacante tras el lamentable fallecimiento de un edil debía ser ocupado, sin más demoras ni condicionamientos, por quien había sido electa como suplente: María Almazán.

Pero lo que debió haber sido un trámite institucional transparente, se transformó en una operación de poder teñida de resentimiento y especulación. Gualpa, asesorada más por el rencor político que por el respeto al orden democrático, se enfrentó no solo al derecho, sino también al creciente hartazgo ciudadano frente a una dirigencia que solo se mira el ombligo, esperando el retorno de privilegios ya vencidos.

La resolución judicial, categórica, establece un precedente ejemplar: los Concejos Deliberantes no pueden seguir siendo trincheras de facciones que se creen dueñas del voto popular. La democracia no es un juego de resistencia sectaria; es un sistema de reglas, derechos y obligaciones. Y el derecho de Almazán a ocupar su banca, votada y proclamada, es incuestionable.

Una concejal incómoda para la vieja guardia

Lo que verdaderamente asusta al nilsismo, más allá de lo legal, es el perfil político de María Almazán. Antiguamente vinculada al espacio de Ortega, Almazán se alejó con dignidad de una conducción cerrada, monolítica y desconectada de las urgencias sociales. Su apuesta por una representación más genuina, crítica y constructiva la transformó en una figura incómoda para quienes conciben la política como obediencia ciega.

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En efecto, su llegada al Concejo podría alterar la lógica de “oposición por oposición” que aún domina a ese cuerpo legislativo. Con una banca que ya no responde al viejo aparato, y con la firme voluntad de acompañar desde la crítica las transformaciones que impulsa la actual gestión, la presencia de Almazán podría ser el punto de inflexión institucional que Monterrico necesita para avanzar sin lastres del pasado.

Un llamado a la madurez política

En plena crisis económica nacional, con Jujuy y la región enfrentando desafíos profundos, seguir bloqueando gestiones por cálculo electoral es una irresponsabilidad imperdonable. La ciudadanía, golpeada por la inflación, el desempleo y la precariedad de los servicios, no quiere más internas: quiere resultados, diálogo, soluciones.

El fallo de la Justicia es una oportunidad para el Concejo de Monterrico. Una oportunidad para que se redima, para que deje atrás el faccionalismo obtuso y se convierta en el espacio plural y democrático que la comunidad necesita. Si la presidenta Gualpa y su entorno eligen desoír esta señal, quedarán del lado de la historia que se olvida.

María Almazán ya venció. No solo porque asumirá su banca —como corresponde por derecho— sino porque con su perseverancia demostró que la política también puede hacerse con dignidad, aún en tierra de caudillos vencidos.

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