Argentina frente al espejo: estabilización sin crecimiento y una sociedad atrapada en el relato

Argentina frente al espejo: estabilización sin crecimiento y una sociedad atrapada en el relato

Argentina atraviesa una paradoja cruel: el gobierno proclama que “la economía está sana”, que “el peso será cada vez más fuerte” y que “no hay razones para temer turbulencias”, mientras en la calle se multiplican los negocios vacíos, los sueldos licuados y las familias endeudadas hasta el límite. En la superficie, Caputo y el gobierno sostienen un relato de fortaleza macroeconómica, pero debajo hierve una olla de presión social, política y productiva que amenaza con estallar.

El relato oficial: estabilización y promesas de moneda fuerte

El ministro Caputo, fiel escudero de Milei, afirma sin dudar que “el peso será moneda fuerte” y que “la economía no se altera con los ruidos del Congreso”. Asegura que no hay emisión, que el producto bruto está en niveles récord, y que todo se reduce a una batalla contra la “casta política” que —según el dogma libertario— solo busca entorpecer el plan. Habla con liviandad de una inflación que cederá pronto y de un dólar flotando dentro de la “banda” sin consecuencias mayores.

Pero mientras se niega el impacto real de la suba del dólar (que ya tocó techos psicológicos), se minimiza el empobrecimiento progresivo de la clase media y baja. La Argentina del Excel no cuadra con la Argentina del changuito vacío.

La economía real: ralentización, consumo caído y fuga de capitales emocionales

Orlando Ferreres, economista de referencia para el círculo rojo, admitió que la economía empieza a ralentizarse, con indicadores negativos desestacionalizados y una caída esperada del ritmo de crecimiento. Aunque proyecta un 4,7% para este año y un 3,5% para el próximo, aclara que se trata de “crecimientos sin inversión”, con niveles de inversión bruta interna que apenas cubren la amortización del capital.

En otras palabras, Argentina no está construyendo futuro, apenas sobrevive. Las licitaciones prometidas, la obra pública delegada al sector privado y la eliminación de organismos como Vialidad, INTI o INTA son síntomas de un Estado que se desarma mientras la infraestructura se desmorona. Los espejitos de colores del superávit fiscal esconden rutas rotas, escuelas sin gas y hospitales con escasez de insumos.

  Sadir participó de la tradicional Exposición de Caballos Peruanos de Paso

El NOA: más vulnerable que nunca

Mientras tanto, el Norte Argentino —y en particular Jujuy— vuelve a pagar el precio del centralismo y la ortodoxia. Las provincias más pobres no tienen márgenes de maniobra ante las políticas de ajuste: se deteriora el empleo, la actividad industrial está paralizada, el agro no tiene alivios impositivos, y los jóvenes migran o se resignan.

El reciente acuerdo de libre comercio entre Argentina y Europa fue presentado con entusiasmo, pero el giro proteccionista de Trump y los aranceles del 30% contra la UE y México son un balde de agua fría. Las cadenas globales de valor están en tensión, y si el bloque europeo toma represalias —como ya anticipó— la ventana para exportaciones argentinas se reducirá. Brasil, socio clave del Mercosur, también está siendo golpeado por los aranceles, y evalúa represalias que podrían desarticular la frágil integración regional. En ese escenario, las economías periféricas como el NOA son las primeras en ser arrastradas por el vendaval.

Una estabilización sin alma

El gobierno festeja haber domesticado el dólar y frenado la inflación a costa de hambre, licuación y estancamiento. El “peso fuerte” que prometen no paga el alquiler ni llena el tanque. Tampoco evita la sensación creciente de que este modelo es socialmente inviable. Las pymes cierran, los jóvenes emigran, y los jubilados sobreviven con pensiones de indigencia.

El relato técnico y la épica libertaria no alcanzan para tapar una verdad incómoda: la Argentina puede estar monetariamente ordenada, pero está emocionalmente rota. Y no hay superávit que repare la desesperanza de un pueblo que ya no sabe para qué trabaja, ni qué horizonte le espera.

  Carlos Sadir, entre el asfalto y el abismo: ¿obras viales o salarios de hambre?

Entre la fe ciega y el abismo

Este modelo económico puede durar. Pero el costo será humano. Argentina parece condenada a elegir entre dos males: populismos sin plan o tecnocracias sin corazón. ¿Habrá una tercera vía? ¿O el futuro seguirá siendo solo una versión más prolija de la decadencia?

¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

Comentarios

Aún no hay comentarios. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *