Gerardo Zamora dinamita el relato del ajuste y deja en ridículo a Sadir: el peronismo lo quiere presidente

Gerardo Zamora dinamita el relato del ajuste y deja en ridículo a Sadir: el peronismo lo quiere presidente

En medio de la motosierra económica de Javier Milei que empobrece jubilados, estrangula provincias y licúa el salario público, Gerardo Zamora encendió la mecha que puede cambiar el tablero nacional. Desde Santiago del Estero, el gobernador peronista acaba de anunciar un bono de $3.100.000 para todos los empleados públicos, desatando una verdadera tormenta política que lo proyecta como el nuevo candidato de los gobernadores que no se entregan al ajuste inhumano.

Mientras el gobierno nacional celebra una inflación a la baja que se apoya en la pulverización del consumo y el hambre social, Zamora le pone billetes reales a la dignidad de sus trabajadores. No son bonos a cobrar en cómodas cuotas o promesas infladas por discursos de campaña: son $3.100.000 concretos, con fechas claras, sin verso, que llegarán al bolsillo del empleado público santiagueño.

El peronismo toma nota

Las comparaciones no tardaron en estallar. En Jujuy, el gobernador Carlos Sadir, obediente ejecutor de las recetas de Buenos Aires, apenas otorgó ajustes salariales miserables que no cubren ni la canasta básica. El contraste es obsceno: mientras Zamora construye un modelo de derrame con justicia salarial, en otras provincias la motosierra pasa sin anestesia.

La decisión de Zamora sacudió los pasillos del PJ nacional, donde cada vez más voces empiezan a sugerir que el gobernador santiagueño puede ser el nuevo rostro de un peronismo renovado, que recupere su identidad popular y vuelva a mirar a los trabajadores como el eje del modelo. No es casual: gobierna sin escándalos, con equilibrio fiscal y un programa de obras que no se detuvo ni con Milei en la Rosada.

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¿Nuevo liderazgo federal?

Zamora habla poco, pero gobierna mucho. Mientras Milei se pelea con fantasmas en Twitter y ensaya reformas regresivas, el santiagueño implementa aumentos reales, incentiva el consumo local, protege el empleo y mantiene un clima de paz social que ya envidian en media Argentina.

En esta coyuntura crítica donde la inflación baja pero el hambre sube, el gesto político de Zamora es un acto de rebeldía con responsabilidad. Le dice al país que hay otro camino posible, sin motosierra, sin represión, sin cinismo.

¿El peronismo lo entiende? ¿Tomará nota de que el candidato no tiene que gritar ni prometer, sino gobernar bien y con coraje?

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