Una consultora devenida en plan de gobierno. Una bicicleta financiera rebautizada como “virtud de mercado”. Un déficit maquillado bajo capas de maquillaje contable. Una deuda que crece como tsunami silencioso y amenaza con estallar en nuestras espaldas. El experimento libertario que encabeza Javier Milei, lejos de ser una solución radical a los problemas estructurales del país, se revela día a día como un ensayo de saqueo sofisticado, digitado por viejos conocidos de la patria financiera.
“Todo marcha acorde al plan” (TMAP), repiten los funcionarios como si fueran operadores de una marca. Pero el plan no es más que la hoja de ruta de Caputo, Quirno y Bausili, socios en Anker, la consultora que hoy gobierna las finanzas públicas como si el Estado fuera una mesa chica de inversiones. No es una figura. Es literal. Los mismos que cobraron comisiones por intermediar deuda entre el Estado y bancos cuando gobernaba Macri, hoy se sientan del otro lado del mostrador, dictando políticas, licitaciones, tasas y… negocios.
Bicicleta financiera versión 2025: la misma estafa, con otro nombre
Mientras la producción se desangra, el consumo se desploma, los salarios se licúan y el crédito productivo desaparece, el gobierno habilita una nueva ola de “carry trade” con tasas imposibles (3,2% en dólares a un mes). ¿El objetivo? Sostener el dólar y evitar una corrida. ¿El costo? Una bola de deuda impagable, de vencimientos inmediatos, que no figura en los balances públicos y que todos terminaremos pagando con más ajuste, más recesión y menos futuro.
La “austeridad” del gobierno no es otra cosa que una sobreactuación de cinismo. El supuesto superávit fiscal se sostiene sobre dos pilares truchos: 1) no pagar lo que se debe (a jubilados, a provincias, a salud), y 2) no contar lo que se debe (los intereses de la bicicleta). Es un dibujo contable que ni José Luis Espert –sí, Espert– pudo avalar. Según él mismo, si se contabiliza con honestidad, el déficit real supera el 1% del PBI. Entonces, ¿a quién le mienten?
Una procuración “intervenida” por los mismos que litigan contra la Argentina
La frutilla del postre: Milei puso como jefe de los abogados del Estado a un socio de quienes representan a los fondos buitre que demandan al país por la estatización de YPF. La Procuración del Tesoro, que debería defender al Estado, es intervenida y desmantelada, mientras el presidente blanquea en televisión que está dispuesto a pagarle al fondo Burford un bono perpetuo “por el error de Kicillof”.
El mismo gobierno que no puede garantizar aumentos a jubilados porque “no hay plata”, le garantiza 47% de tasa en pesos a los bancos, y está dispuesto a firmar cheques eternos con el nombre del pueblo para saldar una sentencia impagable con los fondos buitres. En esta Argentina libertaria, los que piden un mango para comer reciben gases. Pero si los bancos piden una rentabilidad astronómica, el gobierno se arrodilla. La fábula de Orwell se resignifica: “Todos los pedidos al gobierno son iguales, pero algunos pedidos son más iguales que otros”.
Sostenibilidad: la gran ausente del modelo Milei
La sostenibilidad económica no se mide solo en balances positivos. Se mide en el acceso al crédito, en el poder adquisitivo de los salarios, en la estabilidad monetaria, en el tejido productivo, en la justicia social. Nada de esto existe hoy. El modelo Milei es insustentable porque:
- Se financia con deuda interna y externa creciente;
- Depende de dólares que no genera;
- Sostiene la estabilidad a costa de paralizar la economía;
- Subordina la política al negocio financiero;
- Viola principios básicos de la contabilidad pública;
- Y prepara el terreno para un default político, institucional y social.
¿Hasta cuándo se puede patear la bomba? Nadie lo sabe. Pero lo que sí sabemos es quién va a tener que pagarla.