Un mensaje para el campo y contra el Estado
Este sábado, el presidente Javier Milei inauguró la 37° Exposición Rural con un discurso extenso, frontal y cargado de munición ideológica. Ante un auditorio colmado por productores agropecuarios, empresarios, dirigentes rurales y exponentes del liberalismo económico, Milei volvió a definirse como “el primer presidente liberal de la historia argentina” y apuntó de lleno contra lo que llama “la casta política” y “el Estado ladrón”. Su alocución fue una reafirmación doctrinaria del credo libertario, pero también un parte de guerra: el enemigo, dijo sin matices, es el Estado tal como lo conocemos.
Reducción de retenciones: anuncio fuerte, visión de largo plazo
El anuncio más concreto fue la baja permanente de retenciones para las exportaciones agropecuarias. Entre los puntos destacados, Milei confirmó la reducción de los derechos de exportación para la carne bovina y aviar (de 6,75% a 5%), el maíz (de 12% a 9,5%), el sorgo y girasol, así como una rebaja de 7 puntos en la soja y sus subproductos (de 33% a 26%, y de 31% a 24,5%). Declaró que estos cambios “no tendrán vuelta atrás mientras yo esté en el gobierno”, prometiendo así una reforma estructural y no transitoria.
Para Milei, estas medidas son posibles únicamente por el “superávit fiscal sagrado” que, insistió, su gobierno logró en siete meses “gracias a la motosierra y a la licuadora”. La baja de impuestos se presenta como un derivado virtuoso de ese ajuste.
El campo como víctima de un saqueo sistemático
Milei dedicó buena parte de su discurso a presentar al sector agropecuario como la víctima predilecta del saqueo estatal, señalando que durante décadas fue expoliado por un Estado que “robaba con impunidad” para mantener sus privilegios. “Nosotros vinimos a cortar ese vínculo tóxico entre el productor y el Estado parásito”, afirmó. Reivindicó la propiedad privada como pilar de su modelo de país, y ridiculizó la justicia social calificándola como “un parásito mental” que solo genera pobreza.
La visión de Milei es clara: la Argentina fue grande cuando era liberal, y se hundió por culpa del estatismo. Evocó a Alberdi, criticó a la ex presidenta Cristina Fernández (“la presidiaria”), y se refirió al peronismo como “una banda de forajidos y saqueadores”. Incluso deslizó una comparación con la Unión Soviética para advertir que la expansión estatal lleva inevitablemente al totalitarismo y la hambruna.
La cultura política como blanco: “la casta son parásitos fiscales”
El presidente volvió a usar conceptos de su arsenal ideológico para describir a sus adversarios: “parásitos fiscales”, “degenerados fiscales”, “genocidas del futuro”. Fiel a su estilo confrontativo, cuestionó el gasto público, las jubilaciones de privilegio, los viajes de los legisladores y lo que llamó “el relato tribunero financiado con el bolsillo ajeno”.
Cargó también contra la “alta política” y la oposición parlamentaria que, según él, busca torpedear su plan económico a través de leyes irresponsables. Prometió vetarlas para proteger el equilibrio fiscal y acusó a quienes las impulsan de querer “volver a faenar la vaca lechera del campo”.
Patriotismo liberal y batalla cultural
Milei cerró con un tramo conceptual donde propuso redefinir el patriotismo desde la óptica liberal. Para él, hacer patria no es expandir el Estado, sino todo lo contrario: “Bajar la inflación es hacer patria. Bajar la pobreza, los impuestos y la inseguridad es hacer patria. Comerciar es hacer patria”. Reivindicó la generación del 37 y el pensamiento de Alberdi, y planteó la actual coyuntura como una cruzada cultural y espiritual hacia la “tierra prometida” de una Argentina libre y próspera.
Se burló de la narrativa “nacional y popular”, a la que asoció con “delincuencia, vagancia, piquetes y corrupción”, y defendió su modelo como el único que asegura “el progreso, la fuerza y la independencia” del país.
Una narrativa que tensiona el pacto democrático
El discurso de Milei en la Sociedad Rural marca un nuevo hito en su estrategia de polarización. No se trata simplemente de un presidente exponiendo sus políticas económicas, sino de un líder ideológico que propone un nuevo contrato social: uno en el que el Estado se retira y el mercado lo ordena todo. En su visión, no hay matices ni zonas grises: estás con la libertad o con la esclavitud estatal. Lo que para sus críticos es un fundamentalismo de mercado, para Milei es una épica nacional refundacional.
Su presencia en La Rural —símbolo del poder agroexportador desde el siglo XIX— refuerza una alianza estratégica y discursiva: el campo es la patria productiva, el Estado es el enemigo. En tiempos donde la democracia busca consensos, Milei opta por profundizar la grieta: civilización liberal o barbarie colectivista.