“Peronismo jujeño: tres caminos, un mismo precipicio”

“Peronismo jujeño: tres caminos, un mismo precipicio”

El tablero actual

En Jujuy, el peronismo enfrenta un escenario que roza lo tragicómico: dos frentes ya inscritos —Fuerza Patria y Primero Jujuy Avanza— y la incógnita latente del partido de Carolina Moisés (Jujuy Gana), aún sin formalizar su inscripción. Si el próximo 17 de agosto Moisés se suma, el mapa quedará con tres fuerzas peronistas compitiendo en paralelo por una sola banca. La consecuencia más obvia: la fragmentación, que para el electorado no significa diversidad sino repetición de los mismos rostros y, por tanto, asociación directa a la casta y al poder enquistado en la provincia.

El voto peronista en fuga

Este clima de división interna facilita un desplazamiento de votantes históricos hacia dos polos opuestos: La Libertad Avanza y la Izquierda Unida. Los primeros seducen con un mensaje disruptivo —menos Estado, fin de la casta, quiebre de las estructuras— que conecta con el hartazgo social, aunque sus consecuencias prácticas sean discutibles. Los segundos, con una épica de defensa del trabajador y rechazo al ajuste, se posicionan como refugio ideológico para un electorado que siente traicionado su contrato social.

La máxima invertida

La vieja máxima de Perón —“Primero la Patria, después el Movimiento y al último los hombres”— se ha invertido en Jujuy: primero los hombres, después el movimiento, y la patria al final. Los personalismos, los egos y la incapacidad para abdicar a jerarquías internas están minando cualquier posibilidad de articulación. Sin una alquimia de renovación doctrinaria y generacional que integre al kirchnerismo jujeño, al peronismo conservador y al sector de Moisés en un frente horizontal pero con vértice filoso, el resultado de octubre ya está escrito: derrota.

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La grieta como oportunidad

La grieta nacional —tan profunda que atraviesa cada mesa familiar jujeña— podría ser el único salvavidas. Si el peronismo unificado lograra enarbolar una bandera movilizadora, el “mano a mano” con La Libertad Avanza sería posible. No se trata de nostalgia, sino de reconocer que, en este tablero, Milei ya se adueñó del símbolo del hartazgo y la promesa de ruptura. En cambio, el peronismo dividido ni siquiera compite por el relato.

2027 o el cementerio político

Unidos, el peronismo tal vez no alcance una banca en 2025, pero sí un puente estratégico hacia 2027. Divididos, no habrá puente: solo la tumba política del movimiento en Jujuy. La condición es clara: abandonar las charlas de café aisladas, los pactos por WhatsApp y los llamados crípticos. Hace falta una mesa amplia, cara a cara, donde la patria recupere el primer lugar, luego el movimiento, y al último los hombres.

Si no se soluciona esta fractura antes del 17 de octubre, el señoreaje interno será destronado no por Milei, sino por su propia tozudez antiperonista. Tal vez, paradójicamente, esta desunión termine pariendo un Jujuy mestizo y zurdo, reminiscente del primer peronismo del 45: disruptivo, popular y profundamente nacional. La historia no está escrita, pero el tiempo se agota.

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