Dante Velázquez: “Un país que descarta a sus niños con discapacidad está renunciando a su propia humanidad”

Dante Velázquez: “Un país que descarta a sus niños con discapacidad está renunciando a su propia humanidad”

La Quiaca volvió a ser escenario de un gesto que trasciende la política. El intendente Dante Velázquez no solo entregó ayuda concreta a Fabricio, un niño no vidente sin obra social ni apoyo del gobierno, sino que lanzó una dura reflexión sobre la insensibilidad de las políticas nacionales que, según él, “descartan” a quienes padecen incapacidades.

El caso de Fabricio es tan real como doloroso: perdió la visión tras una grave enfermedad, utiliza prótesis oculares que hoy le han quedado pequeñas y su familia no cuenta con recursos para renovar ni las prótesis ni la máquina Perkins indispensable para su educación en braille. Ante esto, el municipio asumió la compra inmediata del equipamiento, gestionó la atención con médicos especializados y organizó su traslado a Buenos Aires con acompañamiento terapéutico.

Pero Velázquez fue más allá de la asistencia puntual. Desde su despacho, cuestionó con dureza el desinterés de las autoridades nacionales:

“No pueden existir políticas que le den la espalda a la vulnerabilidad. Me duele profundamente que en Argentina la discapacidad no esté en el centro de la agenda. Pido que dejemos de lado las diferencias y que nos reencontremos, porque no se trata de ideologías, sino de preservar la vida y la dignidad de quienes más nos necesitan, sobre todo niños y adolescentes”.

En esa misma línea, el intendente anunció que el municipio, a través del Área de Desarrollo Social, ingresará a las escuelas para trabajar junto a la comunidad educativa en la detección y abordaje de problemáticas sociales. El objetivo, subrayó, es “abrazar al futuro quiaqueño” y brindar soluciones concretas allí donde el Estado nacional ha decidido dar la espalda.

  ¿“Pauta cero” o maquillaje propagandístico?

Velázquez advirtió que las bajas de pensiones por discapacidad en Jujuy han dejado a cientos de personas sin su único ingreso, y que este desmantelamiento de la protección social golpea más fuerte en los pueblos del interior profundo, donde las distancias y la falta de infraestructura agravan la exclusión.

Con tono firme, reclamó “diálogo real” y recursos concretos: “No es aceptable que un niño sin obra social, como Fabricio, quede librado a la suerte o a la caridad circunstancial. El Estado debe estar presente, y si no lo hace la Nación, lo haremos desde el municipio, porque aquí no se negocia el derecho a vivir con dignidad”.

La historia de Fabricio, ahora acompañada por el compromiso municipal, es también una advertencia sobre el rumbo de las políticas sociales en el país. En palabras de Velázquez, “cuando un país descarta a sus niños con discapacidad, está renunciando a su propia humanidad”.

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