“Karina espera el momento preciso para echar a Santiago”: la implosión anunciada en la cúpula libertaria

La derrota del domingo no solo dejó a Javier Milei grogui frente a la sociedad y al mercado, sino que también abrió la caja negra de un poder interno que siempre se manejó con códigos de silencio y cuchillos invisibles. Según advirtió Ignacio Fidanza, director de La Política Online, en el programa Hay Algo Ahí, Karina Milei ya tomó una decisión: Santiago Caputo será eyectado más temprano que tarde. No se trata de un rumor ni de un capricho, sino de una consecuencia inevitable de la implosión libertaria.

Karina, que nunca ocultó su condición de guardiana del proyecto y del propio Javier, sabe que la derrota dejó al descubierto los límites de Caputo como estratega y operador. La narrativa de la polarización, la apuesta a la agresión y la creencia de que los mercados tolerarían la incertidumbre fueron su obra. El resultado: el desplome electoral y el inicio de un ciclo de pérdida de confianza que parece irreversible.

El poder de la hermana del Presidente no es solo afectivo o simbólico; es estructural. Ella controla la marca, los hilos de las alianzas y hasta la designación de candidatos. Por eso, la permanencia de Caputo es apenas una cuestión de tiempos políticos. Fidanza lo anticipa: el momento llegará cuando el costo de sostenerlo sea más alto que el costo de desplazarlo, y esa ecuación se acerca con la velocidad de la crisis.

El despido de Caputo sería, además, el gesto de supervivencia que Karina necesita para consolidar su liderazgo definitivo en un gobierno tambaleante. La jugada mostraría que en la familia Milei no hay lugar para la gratitud ciega, sino para la eficacia y la preservación del poder. Si Caputo fue útil en la construcción, ahora es el chivo expiatorio perfecto para una etapa que demanda ajustes no solo económicos, sino políticos y morales.

La historia argentina enseña que los liderazgos se terminan de consolidar en los momentos de crisis. Karina Milei parece haber entendido la lección: el “cerebro” de ayer puede ser la carga de hoy. Y en esa lógica, la caída de Santiago Caputo será el próximo capítulo de un gobierno que ya no se explica por sus promesas, sino por su capacidad de amputar a tiempo las piezas muertas de su propio tablero.