En tiempos donde la crisis nacional golpea con dureza y la incertidumbre económica parece no dar tregua, Monterrico escribe una página distinta. Bajo la conducción del intendente Luciano Moreira, la ciudad tabacalera demuestra que, aun en escenarios adversos, el trabajo serio, la planificación responsable y la sensibilidad social pueden traducirse en hechos concretos que transforman la vida cotidiana de los vecinos.
El Plan Municipal de Mejora Vial no es solo una intervención sobre el asfalto: es la representación tangible de una gestión que escucha y responde. Más allá de que muchas calles hoy ya lucen repavimentadas, el equipo municipal continúa desplegando cuadrillas para garantizar el mantenimiento constante de la trama urbana. La lógica es clara: menos promesas, más resultados, porque en la política real lo que cuenta es la capacidad de dar soluciones allí donde más se necesitan.

El valor de estas obras se dimensiona mejor cuando se comprende su impacto en la comunidad. Las calles pavimentadas no solo facilitan la circulación de vehículos y peatones; también brindan seguridad, reducen costos de traslado, mejoran la conectividad entre barrios y consolidan el desarrollo económico local. En un municipio con fuerte identidad productiva, cada metro de pavimento es una garantía de competitividad para los productores, de tranquilidad para las familias y de dignidad para quienes caminan la ciudad a diario.
“Mientras muchos critican, nosotros estamos trabajando”, expresa el parte oficial. Esa frase resume la impronta de Moreira: un liderazgo que no se detiene ante la adversidad, que entiende que el verdadero motor de la política no son las disputas estériles, sino la gestión eficiente y de puertas abiertas. El intendente y su gabinete avanzan con convicción, sostenidos por la adhesión popular mayoritaria que acompaña cada logro y que reconoce en esta administración un camino confiable hacia el futuro.
Monterrico hoy es un faro en medio de un país convulsionado. La combinación de pericia técnica, sensibilidad social y administración inteligente le asegura a los contribuyentes algo que en la Argentina se ha vuelto escaso: la certeza de que el esfuerzo compartido se traduce en progreso local.