Los gobernadores de las provincias observan con alarma cómo la promesa de retenciones reducidas a cero suena cada vez más a trampa fatal. Porque cuando el agro liquida barato, y cuando la recaudación nacional o la coparticipación se derrumban, no hay “mejoría sectorial” que compense la pérdida de fondos fundamentales para servicios básicos. Y más aún si el Tesoro de EE.UU. entra al juego con préstamos que vendrán con precio: garantías jurisdiccionales, entregas estratégicas, cesiones que no figuran en los discursos oficiales.
Eliminar las retenciones puede parecer un alivio para los productores, pero para las provincias significa neutralizar su capacidad de presupuestar con certezas. La coparticipación ya viene con caída real: recursos que no crecen según la inflación, transferencias que llegan mermadas, gastos que se licúan.
Presupuestos inutilizados. Así lo sentirán las provincias que no podrán cumplir con sus planillas de sueldos, con salud, educación, infraestructura. Sin recursos reales, todo plan de gastos se convierte en papel mojado. Se torna obligatorio el ajuste local, la subejecución de programas sociales, o depender directamente de subsidios, ATN (Aportes del Tesoro Nacional) o adelantos discrecionales muy susceptibles de caprichos del poder central.
¿Impuestazos provinciales? Seguramente. Con menos ingresos nacionales, los gobernadores tendrán que apretar sobre Ingresos Brutos, tasas locales, patrimoniales, todo impuesto que todavía puedan gravar. Hace meses ya que varios mandatarios lo piden con urgencia institucional en reuniones del Consejo Federal de Inversiones, alertando que sin previsibilidad financiera, las provincias quedan al borde del colapso.
El préstamo de 30.000 millones de dólares que Milei busca con el Tesoro de EE.UU. no es un salvavidas, es una correa de transmisión más hacia una sumisión económica. Las provincias, las regiones, los municipios ya hacen cuentas frias: ¿qué implicará ceder derechos sobre la explotación de recursos naturales? ¿Qué pasará con las inversiones chinas, que tanto prometen desarrollo en litio, minería, agroindustria? Si Washington se vuelve principal acreedor, muchas empresas extranjeras que dependen de Beijing podrían mirar hacia otro lugar o exigir garantías tan severas que terminan limitando el crecimiento local.
Argentina está en candela: no se trata de “una más” devaluación, “un recorte más”; se trata de un punto de inflexión. Los gobernadores saben que si no se revierten estas políticas —si no se recupera la masa de recursos coparticipables, si no se asegura el derecho de las provincias a sus ingresos automáticos— el federalismo, la autonomía regional y la capacidad de respuesta al ciudadano quedarán sepultados.
“Los gobernadores lo saben: sin retenciones, sin coparticipación suficiente y con la soga del Tesoro norteamericano, sus presupuestos no valen nada. O demandan a la Nación, o condenan a sus pueblos al ajuste perpetuo. El federalismo está en terapia intensiva.”