“Juventud o colonia: el 26 de octubre decidimos si entregamos el alma de la patria”

“Juventud o colonia: el 26 de octubre decidimos si entregamos el alma de la patria”

Argentina arde en un dilema histórico. Lo que está en juego no es solo un préstamo, ni siquiera un modelo económico: es la libertad de un pueblo. El secretario del Tesoro de Estados Unidos anunció con cinismo que después de las elecciones se comprarán bonos argentinos y se prometerá un swap millonario. Lo presentan como “apoyo”, pero en realidad es una trampa: la puerta de entrada a la intervención descarada. No es rescate, es colonización disfrazada de salvataje.

La juventud argentina, en especial aquella que alguna vez se dejó seducir por los cantos de sirena libertarios, debe mirar de frente la historia. ¿Qué significa “libertad” si se permite que un poder extranjero dicte las reglas, condicione el futuro y se apropie de nuestros recursos estratégicos como ya lo hicieron en Ucrania? Los libertarios juran que combaten al “estatismo”, pero aplauden cuando Estados Unidos se sienta en el sillón del poder económico. ¿Qué clase de rebeldía es rendirse ante un nuevo amo?

El 26 de octubre ya no será solo una elección de diputados nacionales. Se ha transformado en un plebiscito sobre si Milei queda habilitado para enajenar nuestro futuro, hipotecando la dignidad de generaciones enteras. Y aquí es donde entra la juventud: los hijos deben ser solidarios con sus padres, como sus padres lo fueron cuando defendieron la universidad pública, la salud gratuita y los derechos laborales. Hoy, esa misma solidaridad debe florecer en las urnas y en las calles.

Porque dejar a los jubilados a su suerte, marginar a los discapacitados, reducir a los docentes y científicos a la miseria no es política: es un genocidio moral. Y lo peor es que ahora está avalado por un guiño extranjero que pretende legalizar la crueldad. Si lo aceptamos, no solo perderemos un gobierno: perderemos la esencia de lo argentino, ese ADN de lucha, dignidad y comunidad que palpita en el corazón de cada joven.

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No se trata de consignas vacías, sino de la batalla real que definirá si seguimos siendo una nación o un protectorado. La juventud argentina debe alzarse con la misma fuerza épica con la que alguna vez lo hicieron nuestros mayores. Debe decir “no” a la entrega, “no” a la injerencia, “no” a Milei y sus cadenas doradas. Y debe decir “sí” al peronismo, porque es la única fuerza capaz de garantizar justicia social, independencia económica y soberanía política.

Hoy no basta con indignarse en redes sociales: es tiempo de actuar. La historia nos está mirando. El 26 de octubre, la juventud argentina tiene que elegir entre ser protagonista de la resistencia o cómplice silenciosa de la colonización. El futuro no se negocia: se defiende.

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