El precio del petróleo tuvo su peor semana desde junio y las alarmas suenan fuerte. Los analistas ya hablan de un escenario posible con el Brent bajando hasta los US$50 por barril, y eso, en Argentina, se traduce en una pregunta urgente: ¿qué pasa con Vaca Muerta si el precio global se derrumba?
La respuesta no es simple. El shale argentino aprendió a producir con eficiencia, bajó costos y logró posicionarse en el mapa energético mundial. Pero, como todo proyecto intensivo en inversión, necesita precios altos y financiamiento estable para sostener su ritmo. Si el barril cae demasiado, las operadoras podrían frenar nuevas perforaciones, ajustar presupuestos y retrasar obras de infraestructura clave, como el oleoducto Vaca Muerta Sur.
En los papeles, los núcleos más productivos del yacimiento siguen siendo rentables con un Brent a 60 dólares. Pero si la cotización baja a 50, la rentabilidad se achica y las provincias petroleras —Neuquén, Río Negro y Mendoza— pierden recaudación por regalías. Además, el país recaudaría menos divisas por exportaciones, justo cuando cada dólar cuenta.
A su vez, el contexto global no ayuda: Estados Unidos produce más que nunca, la OPEP+ no logra acordar recortes sostenidos y China consume menos energía por su desaceleración económica. Todo empuja a un mercado con exceso de oferta y demanda contenida.
En este escenario, la Argentina queda expuesta: sin un precio firme, sin acceso fluido al crédito internacional y con alta presión fiscal, el milagro de Vaca Muerta podría entrar en pausa.
Pero también puede ser una oportunidad: si el Gobierno y las provincias logran bajar impuestos, acelerar obras de transporte y dar señales de estabilidad, el país podría aprovechar la baja coyuntural para atraer inversiones contracíclicas.
El petróleo cayó, pero el desafío argentino sigue siendo el mismo: producir más, gastar menos y exportar mejor.