Ajuste sin norte: cuando el relato pide oxígeno y la economía no responde

Ajuste sin norte: cuando el relato pide oxígeno y la economía no responde

El termómetro financiero habló más fuerte que cualquier conferencia: dólar paralelo en escalada, brecha creciente, riesgo país en tensión y activos locales castigados. La política anunció salvavidas; el mercado vio apenas un placebo. Cuando el costo de creer sube todos los días, la confianza se seca primero.

En vez de un programa integral, se multiplicaron los guiños externos y los gestos simbólicos. Reuniones, fotos, guiños geopolíticos: nada de eso reemplaza un ancla nominal, un sendero fiscal creíble y un BCRA que deje de vender “hoy” lo que necesita “mañana”. Sin consistencia técnica, cualquier rescate se vuelve anuncio que se evapora.

La táctica de prohibir o “correr” al marginal es un espejismo contable: desplaza la fiebre, no la baja. El tipo de cambio paralelo no es la causa; es la alarma. Si se intenta silenciar la sirena sin apagar el incendio, el humo regresa más denso.

La incertidumbre política es parte del precio. Cuando los inversores descuentan gobernabilidad frágil y una elección que puede reconfigurar el tablero, sube la prima de riesgo. El poder real —también el de los gobiernos— es poder futuro: capacidad de alinear intereses mañana. Sin narrativa creíble sobre “cómo” y “con quién” se transitará 2026, toda promesa luce reversible.

El camino de salida no es retórico: meta fiscal verificable, financiamiento limpio (menos emisión disfrazada), acuerdo de ingresos con horizonte de 12–18 meses, señal cambiaria que evite atrasos y una hoja de ruta para recomponer reservas netas sin destruir actividad. Sin estas piezas, cualquier “súper anuncio” será otra ronda de oxígeno a un paciente que no ventila.

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Hay un aprendizaje incómodo: cuando la política demoniza adversarios para tapar números, el mercado escucha los números. El ruido ideológico encarece el crédito; la consistencia lo abarata. Y el bolsillo —de empresas, pymes y familias— no arbitra discursos: arbitra precios.

La salida exige menos épica y más tablero: prioridades, plazos y KPIs públicos (inflación núcleo trimestral anualizada, resultado primario mensual, compras netas del BCRA, riesgo país objetivo). Si no se mide, no se gestiona. Si no se coordina, no se cree. Si no se cree, no se invierte.

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