Jujuy en la mesa de Milei: Sadir promete “diálogo constructivo”, pero gobierna sobre ruinas propias

Jujuy en la mesa de Milei: Sadir promete “diálogo constructivo”, pero gobierna sobre ruinas propias

Por Jorge Lindon // El encuentro de gobernadores con Javier Milei en Casa Rosada fue presentado como “una nueva etapa de diálogo federal” y “acuerdos para las reformas estructurales”. El presidente mostró la foto que quería: 20 mandatarios provinciales alineados —al menos en el discurso público— detrás de su agenda de déficit cero, flexibilización laboral, reforma tributaria y reescritura del orden fiscal argentino. “Diálogo constructivo”, repitieron varios de los presentes.

Entre ellos estuvo Carlos Sadir, gobernador de Jujuy.

Pero en el caso de Jujuy, la postal no es gobernabilidad. Es advertencia.

Porque Sadir viaja a Buenos Aires a respaldar la hoja de ruta de Milei justo cuando el poder político que él encarna en la provincia está dejando de ser representativo. Apenas un 14% del electorado jujeño acompañó al oficialismo provincial en la última elección, confirmando que el proyecto “Jujuy Crece” está entrando en extinción. Ese derrumbe electoral expone algo más profundo que el desgaste natural de un ciclo de gobierno largo: expone una ruptura cultural entre la población y una elite que no escuchó.

No estamos hablando de gestión. Estamos hablando de desconexión.

Sadir llega débil a la mesa nacional

Sadir se sienta frente a Milei después de una derrota política que en Jujuy tiene nombre y apellido: el oficialismo local perdió la capacidad de garantizar continuidad. El jujeñismo gobernante —tres mandatos consecutivos, continuidad de poder, control institucional cerrado, discurso de “orden”— ya no entusiasma. La sociedad lo castigó. Lo obligó a aceptar que no hay cheque en blanco. Lo puso en zona de no reelección real.

Mientras Milei capitalizó un triunfo aplastante en Jujuy en la elección nacional, el esquema provincial quedó golpeado y sin relato unificador. Esa brecha es letal: el mando local ya no traduce el humor social jujeño. Lo administra.

Y esa es la posición con la que Sadir entra a la cumbre: un gobernador que habla en nombre de una provincia que, en rigor, ya no lo avala políticamente en términos de mayoría viva.

“Vamos a acompañar las reformas”

El libreto tras la reunión fue prolijo: apoyo al déficit cero, apoyo a la “modernización laboral”, apoyo a la reconfiguración tributaria nacional, apoyo a las reformas penales. Todos en tono de responsabilidad institucional, todos vendiendo previsibilidad para atraer inversiones, todos intentando mostrarse como socios racionales del nuevo orden económico que Milei quiere consolidar tras su victoria legislativa.

Esa música es funcional a Milei, que necesitaba demostrar a Washington, al FMI y al Tesoro de EE.UU. que no está aislado y que puede empujar las “reformas de segunda generación” con respaldo territorial.

Pero hay una pregunta ética y política inevitable para el caso jujeño:

¿Con qué legitimidad promete Sadir acompañar un shock nacional de reforma laboral, tributaria y previsional cuando su propia provincia está empobrecida, endeudada y socialmente exhausta?

El problema de fondo en Jujuy no es la “burocracia laboral”. Es la pobreza

Seamos claros. Si Jujuy tuviera:

  • pleno empleo genuino,
  • salarios dignos,
  • equilibrio fiscal sin ajuste salvaje sobre salud, educación y obra pública,
  • proyección productiva real,
  • estructura social sin hambre,
    entonces hablar de “reforma laboral”, “modernización del empleo” y “ajuste del Estado” sería un debate técnico sobre productividad.
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En ese escenario ideal, flexibilizar convenios o rediscutir el costo laboral sería un matiz, casi un lujo ideológico.

Pero ese no es el escenario real de Jujuy.

La provincia llega a esta mesa en situación crítica:

  • economía dependiente,
  • tejido social con altísima vulnerabilidad,
  • aparato estatal usado como contención más que como motor de desarrollo,
  • endeudamiento que condiciona margen de maniobra,
  • familias que sobreviven en la informalidad, no en la estabilidad salarial.

Sadir lo sabe. Milei también lo sabe. Y aun así, la línea oficial que sale de la reunión es “vamos a colaborar con Nación en las reformas estructurales”.

Eso coloca a Jujuy en una posición incómoda: una provincia empobrecida defendiendo un programa de reformas que, en teoría, serían racionales para una provincia rica y ordenada, pero que en la práctica pueden terminar licuando aún más la protección mínima de los trabajadores jujeños.

Traducido sin maquillaje: aceptar flexibilización laboral y ajuste fiscal en una provincia frágil no es modernización. Es descalce social.

El corte cultural: el oficialismo jujeño dejó de escuchar

El derrumbe electoral del esquema provincial no es sólo castigo a una gestión puntual. Es rechazo a una forma de gobernar. Jujuy viene recibiendo, desde hace tiempo, críticas por verticalismo político, por uso del orden como disciplina social permanente y por una estética de mando antigua, atada a formato de control más que a formato de desarrollo.

En criollo: la dirigencia provincial se atascó en un modelo de poder que ya no conversa con las nuevas sensibilidades de la sociedad jujeña.

Esa sociedad cambió. Se precarizó más. Se endeudó más. Se volvió más desconfiada del discurso oficial. Y empezó a pedir otra cosa: trabajo real, vigor económico propio, menos relato épico y más resultados tangibles en el barrio. Cuando esa demanda no encontró canal dentro del oficialismo local, buscó salida afuera. Ahí Milei barrió. Y ahí Sadir quedó desnudo.

Esto hay que decirlo con crudeza porque es el núcleo del problema: el gobierno provincial ya no es leído como representación del pueblo jujeño, sino como estructura de poder que se autopreserva.

¿Qué implica entonces la foto Sadir–Milei?

Para Milei, la presencia de Sadir es oro. Le permite decir: “Incluso las provincias del norte empobrecido están conmigo. Tenemos consenso federal. Vamos a reformar la Argentina juntos”. Esa narrativa le suma ante los mercados y ante el poder financiero internacional, que quiere ver orden político antes de habilitarle oxígeno económico.

Para Sadir, en cambio, la foto es más riesgosa:

  • Lo asocia públicamente al plan de reformas de un gobierno nacional que ganó de manera arrasadora en Jujuy, sí, pero que también está descargando ajuste sobre los mismos sectores que sostienen la economía informal jujeña.
  • Lo pone del lado del relato “déficit cero, caiga quien caiga”, cuando en la provincia la gente ya está cayendo.
  • Lo muestra negociando arriba cuando abajo la lealtad electoral a su espacio se está evaporando.

En términos políticos duros: Sadir entra débil a la mesa y sale más comprometido. Milei entra fuerte y sale más blindado.

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¿Dónde está el problema estructural?

El problema estructural es que la dirigencia jujeña parece creer que su crisis es comunicacional. No lo es. Es de legitimidad social.

No perdió porque no supo explicar. Perdió porque dejó de representar.

Ese vacío de representación se está llenando con una adhesión antisistema que Milei capitaliza a nivel nacional y que después usa como cheque político para imponer reformas desde Buenos Aires. Repetimos: Milei mostró la reunión como señal de gobernabilidad territorial para avanzar con reforma laboral, tributaria y penal de “segunda generación”.

Jujuy quedó dentro de esa foto como si hablara en nombre del pueblo jujeño. Pero el pueblo jujeño ya votó que ese sello político está agotado.

Eso es gravísimo: Nación compra representación que en Provincia ya no existe.

El 14% lo condena

Carlos Sadir fue a Casa Rosada a ofrecer respaldo político a Javier Milei en nombre de Jujuy, bajo el paraguas del “diálogo constructivo” y la necesidad de “consensos federales” para las reformas que vienen.

El problema es que Jujuy está quebrada socialmente, endeudada económica y anímicamente, con un oficialismo provincial que ya perdió el aval masivo de su propia gente y que apenas retuvo alrededor del 14% de respaldo, un piso que más parece respirador que mandato.

La pregunta estratégica, entonces, es brutal:
¿Quién está representando realmente a Jujuy en la mesa nacional?
¿El poder que sobrevive o el pueblo que ya pidió cambio?

Si la respuesta es la primera, la reforma laboral y fiscal que Milei quiere y Sadir promete apoyar no va a ser una modernización.
Va a ser un ajuste sin licencia social.

Y ese tipo de ajuste siempre explota después en la calle, nunca en el comunicado.

¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

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