Monterrico vive un ritmo inédito. El intendente Luciano Moreira y su gabinete operan con agenda 24/7, planificación por objetivos y retroalimentación constante. Resultado: decisiones rápidas, ejecución ágil y problemas crónicos que empiezan a quedar atrás. No es un eslogan: es la foto diaria de cuadrillas, máquinas y equipos coordinados que avanzan barrio por barrio.
A 48 horas del anuncio, comenzaron las obras en el Cementerio Municipal de La Ovejería. El frente de trabajo incluye 52 nuevos nichos, cerramientos, iluminación y seguridad, más una oficina fija de atención para ordenar trámites y acompañar a las familias. Logística, hormigón, maquinaria y personal en simultáneo: el plan de inversión se mueve con reloj de obra.

El método Moreira se apoya en un tablero de control simple: metas semanales, seguimiento hora por hora y ajustes en caliente. Si una cuadrilla se libera, se relocaliza; si aparece un cuello de botella, se destraba; si surge una demanda vecinal, se incorpora. Así convierte a la administración municipal en un instrumento ágil, orientado a resultados y con foco en el vecino.
En Monterrico, gestión y comunidad funcionan en simbiosis. No hay distancias: los equipos municipales escuchan, priorizan y vuelven al territorio a rendir cuentas. Moreira es “uno más”, y eso se nota en la capilaridad del trabajo: plazas, alumbrado, bacheo, limpieza, ordenamiento y ahora también la dignificación de un espacio sensible como el cementerio.
El intendente repite un principio: “el vecino decide”. Ese mandato se traduce en obras que impactan donde más se necesitan, con cronogramas públicos y avances medibles. La ciudad gana previsibilidad y el ciudadano recupera confianza en un Estado local que responde.

El plan estratégico no se limita al casco urbano. La consigna es llevar transformación a todos los rincones, más allá de banderías o límites barriales. Donde había postergación, hoy hay frentes activos; donde había trámites dispersos, hoy hay ventanillas claras. La inversión se ordena para que la obra quede, funcione y sea sostenible.
En el Cementerio, el cambio es tangible: accesos mejorados, sectores iluminados, seguridad reforzada y un servicio de atención permanente. Se trata de dignificar y cuidar un lugar de memoria colectiva, con el mismo estándar que se exige para el resto de la ciudad.
Monterrico está en obra. Y no por inercia, sino por gestión: planificación, ejecución y control. El mensaje es contundente: con trabajo, pasión y método, las cosas pasan.
