Hay otro camino: del conurbano hacia la Nación

Hay otro camino: del conurbano hacia la Nación

El comunicado de los intendentes bonaerenses del Movimiento Derecho al Futuro no es una declaración más: es un reset estratégico. Reconoce aciertos y errores, pone fin al pase de facturas y, sobre todo, ordena al peronismo alrededor de un vector claro: Axel Kicillof 2027. Sin épicas huecas ni nostalgia, la consigna es simple y poderosa: reconstruir una mayoría social desde abajo, con gestión, federalismo y decencia política.

Lo más valioso del documento no es la defensa del pasado reciente sino la decisión de abandonar la melancolía. El texto habla el idioma que la sociedad quiere escuchar: humildad, trabajo territorial, transparencia y resultados. La política deja de discutir en Twitter y vuelve a caminar barrios, rutas, escuelas, parques industriales y hospitales. Eso, en un país exhausto, es un giro cultural.

“Derecho al Futuro” entiende el dato clave: el electorado ya no compra marcas sino propuestas verificables. Por eso la hoja de ruta combina tres planos: (1) protección del ingreso y empleo productivo; (2) infraestructura con impacto medible —transporte, energía, vivienda, conectividad—; y (3) Acuerdo Social Federal con gobernadores, sindicatos, pymes, economía popular y universidades. Sin ese triángulo, no hay gobernabilidad posible.

El respaldo explícito a Kicillof ordena la oferta opositora, pero también la condiciona: ser protagonista implica abrir, no cerrar. Irradiación nacional no es bajar línea desde La Plata; es co-construcción en cada provincia con liderazgos locales, primarias competitivas y reglas claras. El movimiento acierta cuando se propone superar la lógica de sellos; la identidad peronista se valida en la calle y en la gestión, no en un comité.

La novedad política es un peronismo que acepta la autocrítica y que se anima a disputar sentido común: crecimiento con salarios que le ganen a la inflación, crédito productivo y ciencia aplicada a las cadenas regionales; seguridad con prevención inteligente y justicia que funcione; educación como política industrial del siglo XXI. Nada de “volver a”; es avanzar con estándares y metas públicas trimestrales.

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Hay, además, un mensaje institucional que vale oro: unidad sin sectarismos. El documento desactiva el internismo permanente y propone una mesa de proyecto donde convivan intendentes, gobernadores, bloques legislativos y movimientos sociales. Si esa mesa publica indicadores, cronogramas y responsables, el movimiento no solo recuperará credibilidad: marcará la cancha del 2027.

Para irradiar nacionalmente, el plan requiere tres entregables en los próximos 12 meses: 1) Plan de Ingreso y Empleo Joven con formación dual y primer empleo formal en pymes; 2) Pacto de Precios y Salarios por productividad con auditoría independiente; 3) Programa de Obra Rápida en municipios (agua, cloacas, veredas seguras, luz y transporte) que mejore calidad de vida ya. Política tangible, no slogans.

El peronismo que viene no debe vivir de las grandes palabras, sino de pequeñas victorias encadenadas. Si el Movimiento Derecho al Futuro logra mostrar que cada peso invertido mejora una escuela, una guardia hospitalaria o un parque industrial, el relato se escribe solo. Y si además mantiene la austeridad como marca de gestión, el contraste con la casta del marketing será evidente.

Kicillof aparece como síntesis posible: un gobernador con hoja de servicio, sin causas de corrupción, que combina solvencia técnica y sensibilidad social. Pero su liderazgo solo será virtuoso si es hospitalario: si convoca, escucha y comparte poder. El 2027 no se gana con un nombre propio; se gana con una coalición social y federal que vuelva a prometer —y cumplir— movilidad ascendente.

En tiempos de cinismo, el comunicado trae una certeza: hay otro camino. Empieza con orden político, sigue con gestión medible y termina con una mayoría democrática que recupere la idea de futuro. El resto es ruido.

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