El “dólar planchado” es una política de corto plazo con costos de mediano: abarata artificialmente las importaciones, encarece los costos en pesos de producir para exportar y estrangula los flujos de caja de las economías regionales. En Jujuy el impacto ya se ve: acopiadoras que ajustan turnos y planteles, productores tabacaleros con menos capital de trabajo para la próxima campaña, contraccion de todo el espectro agrícola por caida del consumo y perdida de competitividad externa, comercios con caída de tickets y mayor mora en tarjetas. La foto combina atraso cambiario, recesión y salarios reales deprimidos: un cóctel que licúa la rentabilidad del que produce y le quita oxígeno al que vende.
Para el tabaco —cadena intensiva en mano de obra, logística y servicios— el atraso cambiario pega por tres vías. Primero, precio de exportación en dólares que, al pasarlo a un tipo de cambio bajo, rinde menos en pesos y se come el margen. Segundo, costos internos dolarizados (insumos importados, gasoil, fletes de larga distancia) que no bajan con la misma velocidad. Tercero, encarecimiento del financiamiento: con tasas reales positivas y menor flujo en pesos, la rueda del capital de trabajo se traba justo cuando hay que preparar suelo, insumos y cosecha. El resultado: menor superficie, caída de empleo estacional y, en los acopios, reestructuraciones que ya se traducen en despidos.
El comercio minorista sufre el otro lado del mismo fenómeno. Con salarios públicos y privados que corren detrás de la inflación y tarifas en ajuste, el consumo discrecional se desploma. El dólar barato reduce el precio de algunos bienes importados pero no mueve la aguja del poder adquisitivo. Menos ventas, más promociones a pérdida y mayor dependencia de cuotas que se estiran justo cuando la mora sube. La ecuación de caja es letal: suben los costos fijos relativos (alquileres, servicios, cargas), bajan los volúmenes y se esfuma el capital de trabajo que antes se reconstruía con la temporada fuerte.
La promesa oficial de no mover los techos de las bandas cambiarias hasta 2027 agrava la expectativa: si no habrá corrección, los agentes forman precios y planes de inversión con una de dos hipótesis, ambas recesivas: o siguen licuando stock y empleo para sobrevivir, o se paran a esperar un cambio de régimen. Nadie expande en serio con un tipo de cambio que resta competitividad y un mercado interno a la baja. Así, la recesión “de hoja de cálculo” se convierte en recesión real en valles, ingenios, galpones y veredas comerciales.
Jujuy, además, llega al ciclo con espalda privada flaca tras años de presión tributaria provincial y municipal, servicios caros, y un Estado que compite en algunos rubros vía sociedades del Estado. El resultado es una economía local “administrada”, con poco riesgo privado, baja formalización y capturas sectoriales. Cuando el dólar queda atrás y la demanda afloja, no hay redes: los despidos de acopiadoras y el cierre de locales minoristas son la primera válvula de escape.
¿Quién gana con el dólar pisado? Transitoriamente, el importador puro y el consumidor de altos ingresos de bienes transables. ¿Quién pierde? Exportadores regionales (tabaco, azúcar, frutas, minerales de menor valor), proveedores locales que sustituyen insumos importados, y todo el ecosistema PyME que depende del gasto de esos trabajadores. También pierden los potenciales inversores externos: con activos en pesos que no reflejan su valor en dólares, las valuaciones lucen caras y la salida futura es incierta. Sin ingreso neto de divisas, ¿de dónde saldrán las reservas?
La respuesta no puede ser el inmovilismo. Provincia y municipios tienen herramientas anticíclicas, aun con caja acotada, si priorizan a quien produce y vende. Propuestas concretas:
Alivio fiscal selectivo y temporal (90/180 días).
- Reducción de alícuotas de Ingresos Brutos para tabaco, logística y comercio formal con tope de facturación; suspensión del anticipo mínimo y facilidades reales para deuda corriente (quitas por pronto pago).
- Moratoria municipal para tasas de comercio e higiene con condicionalidad de empleo: quien sostenga nómina accede a 0% de interés y hasta 12 cuotas.
- Eliminación del impuesto de sellos en contratos de capital de trabajo y warrants de mercadería.
Oxígeno financiero inmediato.
- Línea provincial de capital de trabajo a tasa subsidiada y garantía estatal (fondo de contragarantía provincial), canalizada por bancos y cooperativas locales. Elegibilidad simple: RUCA/Renspa/REPRO y comprobantes de ventas.
- Programa de prefinanciación de exportaciones para acopiadoras y cooperativas con compra de carteras por el Banco de Desarrollo provincial.
- Seguro de crédito comercial (provincial) para PyMEs que vendan a 30/60 días en el mercado local.
Demanda en el territorio.
- “Ahora Jujuy” 2.0: programa de consumo con reintegro del 15–20% con tope por DNI, cofinanciado por Provincia, municipios y bancos, focalizado en alimentos, indumentaria y servicios locales.
- Compras públicas PyME: cupo obligatorio del 30% a proveedores jujeños en bienes y servicios municipales y provinciales con pagos a 30 días.
Costos y productividad.
- Convenio con distribuidoras para tarifa eléctrica PyME estacional (meses valle) y esquema de pagos diferidos en picos; auditoría gratuita de eficiencia energética cofinanciada.
- Centros de Servicios Compartidos (CSC) sectoriales en los valles: contabilidad, e-commerce, logística de última milla y marketing digital “llave en mano” para comercios.
Reglas y confianza.
- Mesa de Competitividad Tabacalera y Comercial con actas públicas trimestrales: empleo, superficie sembrada, crédito desembolsado, moras, y evolución de ventas. Lo que no se mide, no mejora.
- Cláusula antidespidos “inteligente”: quien accede a alivios fiscales/financieros asume mantener nómina 90 días; si ajusta, debe presentar plan de viabilidad y reentrenamiento.
El objetivo es simple: sostener el empleo y el capital de trabajo hasta que el ciclo cambie —o hasta que Nación corrija el esquema cambiario—, evitando la descapitalización irreversible. No alcanza con proclamar “superávit” si la base productiva se encoge; la austeridad sin estrategia solo traslada el costo al eslabón más débil y profundiza la recesión.
Un programa anticíclico serio no es gasto: es inversión defensiva. Salvar una hectárea de tabaco que no se siembra, un galpón que se cierra o una persiana que baja evita un daño que luego cuesta el triple revertir. Con dólar atrasado y consumo frío, la política pública debe ser bisturí, no motosierra: focalizar, condicionar y medir. Si Jujuy quiere seguir siendo productiva, este es el momento de proteger su músculo privado. Mañana puede ser tarde.
