Inflación recargada: el “león” se quedó sin dientes y Jujuy vuelve a pagar la cuenta

Inflación recargada: el “león” se quedó sin dientes y Jujuy vuelve a pagar la cuenta

La foto oficial dice que el gobierno “domó” la inflación. Los datos dicen otra cosa.

Desde octubre del año pasado la suba de precios se mueve en una franja de entre 2% y 3% mensual, muy lejos del pico del 25% de 2023, pero todavía muy por encima de cualquier estándar de estabilidad. Para enero de 2025 el índice de precios fue 2,2% y los analistas ya descuentan registros en torno al 2,3% en los meses siguientes.En paralelo, el país atraviesa una recesión dura, con caída del consumo, del empleo privado y de la actividad industrial.

Es decir: tenemos estanflación. Ni crecimiento ni estabilidad de precios. Y, a diferencia de los años de Cristina Fernández, cuando la inflación alta convivía con una economía en expansión, Milei exhibe inflación resistente… en una economía que se achica.

La fantasía del “0%” frente a los números duros

El relato oficial prometió “inflación 0” para 2026. Sin embargo, ningún organismo serio valida esa meta. El Fondo Monetario Internacional y las consultoras privadas prevén para Argentina una inflación todavía de dos dígitos para 2025 y 2026, aunque menor que la hiperinflación de salida del cepo. En buen criollo: el fuego baja de un incendio a una hoguera, pero no se apaga.

La razón es simple. El programa económico se apoya en tres anclas:

  1. Recesión brutal como freno de demanda.
  2. Tipo de cambio oficial pisado, que se atrasa frente a la inflación.
  3. Licuación de jubilaciones, salarios públicos y gasto social.

Son medidas que comprimen el poder de compra, pero no atacan los motores estructurales de la inflación: concentración de mercados, tarifas y combustibles rezagados, puja distributiva y un Estado que sigue sin una reforma tributaria profunda ni una estrategia exportadora consistente.

El propio mercado ya descuenta que, más temprano que tarde, habrá una nueva devaluación o una corrección cambiaria fuerte para evitar que el atraso del dólar liquide la competitividad. Si eso ocurre, la rueda de la inflación volverá a acelerarse. Difícil hablar de “0%” en un país que no resuelve cómo salir del péndulo de atrasar-explosionar el tipo de cambio.

Sin derrame externo: los dólares que no llegan

A este cuadro se suma un dato clave: los dólares financieros que el Gobierno esperaba tampoco aparecen. El propio mercado ya puso condiciones duras para prestar. Las últimas advertencias de bancos globales y fondos de inversión señalan que Argentina seguirá enfrentando inflación y volatilidad mientras no estabilice su frente fiscal y externo.

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Si no entran dólares frescos y el Banco Central no logra recomponer reservas de manera sólida, el margen para sostener el atraso cambiario se achica y la presión devaluatoria crece. Otra vez, el “león” queda acorralado por la aritmética.

Jujuy en la trinchera: salarios licuados, comercios vacíos

Desde Jujuy, todo este debate macro se traduce en una realidad muy concreta:

  • Salarios públicos pulverizados por la inflación y por una política provincial que hace gala de “superávit fiscal” a costa de licuar el ingreso de maestros, empleados de salud y administración.
  • Comercio minorista en caída libre, con cierres de locales y ferias cada vez más flacas. El consumo masivo no reacciona porque el bolsillo está roto.
  • Economías regionales en jaque, empezando por el tabaco y continuando por frutas, hortalizas y servicios vinculados. Un dólar atrasado golpea los márgenes de los exportadores, mientras los costos –muchos dolarizados– siguen subiendo.

Los números no mienten: cuando la inflación se mantiene en 2-3% mensual pero los salarios suben muy por debajo, cada mes que pasa es un nuevo corte al poder de compra de las familias jujeñas.

Un Estado que ajusta pero no invierte en futuro

Tanto Nación como Provincia eligieron el camino más fácil: ajustar sobre el gasto corriente visible –salarios, obra pública, programas sociales– sin mover en serio el tablero productivo.

En el discurso se habla de “modernidad” y “liberalismo”, pero en la práctica:

  • No hay un plan de crédito productivo para pymes y economías regionales que amortigüe la recesión.
  • No existe una agenda fuerte de innovación, tecnología y valor agregado que permita transformar recursos como el litio, el tabaco o el turismo en empleo de calidad en Jujuy.
  • Los municipios siguen atrapados en una lógica de empleo público como contención y no como plataforma de desarrollo local.

En este contexto, la inflación no es sólo un problema de precios: es la expresión de un país que ajusta sobre los mismos de siempre y no se anima a rediseñar su matriz productiva.

De la épica inflacionaria al realismo jujeño

Milei hizo de la lucha contra la inflación su épica personal. Hoy, con las cifras en la mano, el relato se deshilacha. La inflación baja, sí, pero a un ritmo que no compensa la recesión ni devuelve previsibilidad a los hogares y empresas.

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Para Jujuy, eso significa:

  • Tarifas que seguirán ajustándose.
  • Costo financiero prohibitivo para comerciantes y productores.
  • Salarios públicos que corren siempre detrás de los precios.
  • Un escenario de alta incertidumbre, donde planificar inversiones se vuelve casi imposible.

El desafío –y aquí la política jujeña está en falta– es dejar de mirar encandilada los anuncios de Buenos Aires y construir una estrategia propia: cluster productivos, incentivos fiscales inteligentes, asociativismo empresarial, innovación tecnológica aplicada a la agroindustria y los servicios.

Mientras el Gobierno nacional juega al “experimento monetarista” y promete un 0% que nadie cree, Jujuy no puede seguir esperando un milagro. La inflación recargada deja una certeza incómoda: si no hay un cambio de rumbo productivo, el león no sólo se quedó sin dientes; se come primero a las provincias más débiles.

Y nosotros estamos en primera fila.

¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

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