Jujuy trabaja más y vive peor: salarios licuados, changas eternas y un futuro en suspenso

Jujuy trabaja más y vive peor: salarios licuados, changas eternas y un futuro en suspenso

En Jujuy hoy se ve una postal recurrente: gente que sale de la casa de madrugada, vuelve de noche y aun así no llega. Empleo en blanco que no cubre la canasta, changas que se pagan en efectivo y sin derechos, monotributos de cartón para disfrazar relaciones de dependencia, plataformas digitales que usan la necesidad como modelo de negocio. El resultado es brutal: más esfuerzo, menos calidad de vida.

No es una percepción; hay números que enmarcan la foto. Argentina rozó niveles de pobreza superiores al 50% en 2024, el peor registro en dos décadas . El Norte Grande —NOA y NEA— se mantuvo sistemáticamente por encima del promedio nacional en todos los informes de pobreza del INDEC de los últimos años . Es decir: cuando al país le va mal, al norte le va peor. Y dentro de esa realidad, Jujuy es parte del cordón que sostiene el ajuste con salarios bajos y trabajo precarizado.

Salarios que no cierran ni con calculadora

La inflación volvió a tomar velocidad en 2025 y encadenó meses consecutivos de suba, después del “veranito” estadístico que vendió el gobierno nacional como victoria épica sobre la inflación . En paralelo, los salarios formales crecieron por debajo de los precios y los ingresos informales directamente quedaron a la intemperie. En un contexto donde la informalidad nacional ronda un tercio de los ocupados y supera la mitad entre cuentapropistas , provincias con alto peso de agricultura, servicios de baja calificación y empleo público como Jujuy son terreno fértil para el desbalance.

Lo que antes era complemento —la changa de fin de semana, el trabajo extra por temporada, la feria— hoy es el núcleo del ingreso. Familias que dependen de tres o cuatro fuentes pequeñas de plata: un sueldo estatal licuado, un extra en el comercio, venta ambulante, algo del campo o del tabaco, algún envío por plataforma. Mucho movimiento, pocos derechos, cero previsibilidad. La economía doméstica se parece cada vez más a un “flujo de caja de supervivencia” que se recalcula día a día.

La dictadura de la “changa eterna”

En Jujuy se consolidó una cultura económica de la “changa eterna”: siempre en tránsito, nunca en un empleo digno y estable. El peón rural que encadena cosecha con cosecha; la mujer que limpia casas por hora sin aporte; el joven que reparte para apps de delivery sin cobertura; el albañil que trabaja toda la vida “en negro” para empresas que facturan en blanco.

No es flexibilidad; es fragilidad estructural.
No es libertad; es ausencia total de opciones reales.

La informalidad funciona como un impuesto oculto a la pobreza: el trabajador cobra menos, asume todos los riesgos y, cuando el cuerpo no da más, cae directamente en la nada. Sin aportes, sin obra social, sin seguro. Esa fragilidad no es un “fallo del mercado”; es una decisión política: provincias que compiten por inversiones con la única ventaja de tener mano de obra barata y desprotegida.

  Innovación estatal al servicio de la comunidad

Jujuy exporta litio, pero también exporta a sus jóvenes

La otra cara de esta precarización es la migración silenciosa. Mientras se promete el “boom del litio” y la “revolución energética”, miles de jóvenes jujeños hacen las valijas rumbo a Córdoba, Rosario, Buenos Aires o directamente al exterior. El NOA arrastra índices de desempleo e inactividad juvenil sistemáticamente superiores al promedio nacional desde hace años .

Los que se van no son “desganados”; son los mejores perfiles formados por el sistema educativo provincial: técnicos, universitarios, oficios calificados. Jujuy financia su educación, pero el retorno social de esa inversión lo capturan otras provincias o países. Es la forma moderna de fuga de capital humano: no se vacía una caja, se vacía una generación.

Mientras tanto, en los barrios quedan quienes no tienen margen para irse: jóvenes atrapados en circuitos de changas, economía informal y, en el peor de los casos, economías ilegales. Un cóctel perfecto para la frustración y la ruptura del tejido social.

¿Quién se beneficia de un pueblo que se agota trabajando?

La precarización no es un accidente. Beneficia a:

  • Grandes empresas que se abastecen de servicios baratos tercerizados.
  • Estados —nacional y provincial— que ajustan cuentas sosteniendo salarios públicos por debajo de la inflación.
  • Plataformas que convierten la necesidad en algoritmo.
  • Una dirigencia que mira las estadísticas desde el despacho y no desde la cola del súper.

Mientras tanto, Jujuy asume el costo completo: más horas de trabajo, más desgaste físico y emocional, más endeudamiento con tarjetas y créditos usurarios, menor capacidad de consumo local. En términos empresariales, la provincia está consumiendo su propio capital social: quema presente y futuro al mismo tiempo.

No alcanza con resistir: hay que cambiar el modelo

Seguir administrando la pobreza con planes, bolsines y changas subsidiadas es patear el problema hacia adelante. Jujuy necesita un giro de 180 grados en su estrategia de desarrollo:

  1. Piso salarial regional realista y discutido en serio
    Articular Estado, sindicatos y sector privado para garantizar que ningún salario formal quede por debajo de la canasta básica regional. Sin eso, todo lo demás es relato.
  2. Incentivos fuertes al empleo registrado y castigo efectivo a la informalidad abusiva
    Alivios fiscales para PYMEs que formalicen y sanciones ejemplares para empresas que hacen de la evasión laboral su ventaja competitiva.
  3. Política agresiva de primer empleo joven
    Programas con cofinanciamiento público-privado que integren capacitación, prácticas rentadas y continuidad laboral real. No pasantías eternas con sueldos de miseria.
  4. Desarrollo sectorial con valor agregado local
    Litio, tabaco, agro, turismo, economía del conocimiento: si Jujuy se queda solo en la extracción y el trabajo estacional, la foto no cambia. Hace falta apostar a industria, servicios profesionales y cadenas de valor donde los jujeños se queden con una parte mucho mayor del negocio.
  5. Crédito productivo, no solo consumo caro
    Hoy la familia se endeuda para comer, no para invertir. Créditos productivos a tasas razonables para pequeñas empresas, cooperativas y emprendimientos es la base de cualquier estrategia de desarrollo territorial.
  Perico en riesgo de apagarse: consumo en picada, plataformas sin reglas y una dirigencia anclada en el siglo XX

Recuperar el orgullo: que trabajar valga la pena

El mensaje que hoy recibe un trabajador jujeño es brutal: “trabajá más, cobrá menos, arreglate como puedas o andate”. Ese contrato social es inviable. No se construye provincia con ciudadanía agotada, precarizada y sin horizonte.

Revertir esta lógica no es solo una cuestión ideológica; es una decisión de gestión y de supervivencia. Jujuy necesita volver a una regla básica de sentido común: si el pueblo trabaja más, tiene que vivir mejor.

Cualquier gobierno, partido o empresario que no entienda eso, está gestionando la decadencia, no el futuro.

¿Desde que asumió Javier Milei, ¿tu situación económica personal?

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