“Si pisan Venezuela, se hunden: por qué una invasión sería el Vietnam de Trump en el Caribe”

“Si pisan Venezuela, se hunden: por qué una invasión sería el Vietnam de Trump en el Caribe”

La tensión en el Caribe volvió a niveles de Guerra Fría: mientras Estados Unidos despliega portaaviones y buques de guerra frente a las costas venezolanas, Caracas declara la alerta máxima y anuncia una movilización masiva de tropas. En ese clima, el geopolítico Alfredo Jalife lanza una advertencia brutal: “Una invasión de Venezuela sería un Vietnam. Trump podría llevarse una sorpresa”.

Según los reportes de prensa y documentos oficiales, Washington ordenó en 2025 un notable aumento de su poder naval en el Caribe, con destructores, submarinos y un portaaviones, bajo el argumento de combatir al narcotráfico y declarar la “guerra” a ciertos carteles de la región.(Wikipedia) Detrás del discurso antidrogas, diversos analistas ven también un movimiento de presión directa sobre el gobierno de Nicolás Maduro y un mensaje al resto de América Latina.

Venezuela respondió subiendo el volumen: Nicolás Maduro denunció una escalada de amenazas, habló de “locura” imperial y anunció una gran movilización de fuerzas regulares y milicias populares en todo el territorio. Más allá de las cifras políticas que exhibe el chavismo, el mensaje es claro: si hay intervención, Caracas quiere mostrar que no se arrodilla y que está dispuesta a convertir cualquier incursión externa en una guerra larga, costosa y territorialmente difícil.

En paralelo al tablero militar, en Estados Unidos arde otro frente: el caso Jeffrey Epstein vuelve a golpear la escena política con nuevos documentos y comunicaciones que salpican a figuras de alto perfil, incluido Donald Trump. Correos y registros que han salido a la luz muestran la estrecha relación de Epstein con políticos, millonarios y celebridades, y en algunos materiales desclasificados se mencionan reuniones, fotos comprometedoras y presunto conocimiento de abusos. Para Jalife, este escándalo es una de las grietas internas que empujan a la Casa Blanca a buscar “distractores” de alto impacto.

La administración Trump enfrenta así una tormenta perfecta: crisis internas, guerra jurídica y mediática en torno a Epstein, divisiones dentro del propio bloque republicano y presión internacional. En ese contexto, un “show de fuerza” en el Caribe —portaaviones, bombarderos, declaraciones altisonantes— funciona como válvula de escape y como intento de reposicionar liderazgo ante una opinión pública polarizada y cansada.

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Jalife sostiene que una intervención directa contra Venezuela sería un error estratégico colosal. No solo por el costo militar en un territorio complejo —selva, zonas urbanas densas, fronteras porosas— sino porque Caracas no está aislada: mantiene vínculos clave con Rusia, China, Irán y Turquía, actores que, sin entrar en un choque frontal con Estados Unidos, podrían apoyar con inteligencia, asesoría, defensa aérea y cooperación técnico-militar. El resultado: una guerra indirecta, larga, cara y políticamente tóxica.

Desde Moscú y Pekín el mensaje es cada vez más nítido: el mundo ya no es unipolar. Rusia y China disputan espacios de influencia, reclaman respeto a su área de intereses y ven en episodios como el del Caribe una prueba de hasta dónde está dispuesto a llegar Washington para conservar su primacía. Cualquier paso en falso en Venezuela podría acelerar ese tránsito hacia un orden abiertamente tripolar, con Estados Unidos, Rusia y China moviendo fichas con menos márgenes para el error.

Para América Latina, el escenario es aún más delicado: una operación militar de Estados Unidos en Venezuela reactivaría fantasmas históricos de invasiones y golpes tutelados, tensionaría a gobiernos aliados y no alineados, y podría disparar crisis de refugiados, cortes comerciales y desestabilización regional. La frontera colombo-venezolana y el Caribe serían las primeras zonas en sentir el impacto de una escalada sostenida.

Mientras tanto, en Washington se multiplican las reuniones de emergencia por los archivos de Epstein, en Caracas se exhiben maniobras militares y en los grandes medios se libra una guerra de relatos: para unos, Estados Unidos combate “narcoterroristas”; para otros, está utilizando la bandera antidrogas como coartada para redibujar el mapa del poder hemisférico. Entre ambos extremos, la advertencia de Jalife resuena como una alarma global: si el conflicto cruza el punto de no retorno, Venezuela podría convertirse en el “nuevo Vietnam” de una superpotencia que ya no controla todos los tableros.

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