El gobierno de Jujuy atraviesa una crisis silenciosa pero terminal en términos de poder político y margen económico. A esta altura, ya no se discute si la Provincia depende de Nación: se discute cuánto está dispuesta a entregar a cambio de casi nada.
En la mesa grande donde se negocian el Presupuesto 2026 y la reforma tributaria –esa que elimina Ingresos Brutos y propone un IVA dual redactado en estudios privados de Buenos Aires–, Jujuy llega con los bolsillos vacíos y la billetera política flaca:
solo puede ofrecer el voto de dos diputados nacionales propios.
Nada más.
En un Congreso donde La Libertad Avanza ya juega con mayoría táctica, dos votos jujeños no mueven la aguja de nada. Es una moneda de cambio oxidada.
Milei define, los estudios escriben, los gobernadores imploran
Mientras el gobierno nacional terceriza su arquitectura legal en estudios como Funes de Rioja (reforma laboral) y Edelstein (reforma tributaria), los gobernadores hacen fila con la misma demanda:
- ATN,
- permiso para endeudarse,
- refinanciación de pasivos.
La respuesta, por ahora, es clara:
no hay plata y tampoco hay garantías.
En ese contexto, Jujuy se arrodilla en la peor posición posible:
- No tiene peso legislativo propio: su oferta es apenas el voto de dos diputados nacionales de Jujuy Crece/UCR, mientras el peso real de la representación jujeña en el Congreso –dos senadores y tres diputados libertarios– responde políticamente a Milei, no a Sadir.
- No tiene margen fiscal: la Provincia sobrevive con respirador artificial, y cualquier avance sobre su recaudación propia la empuja al límite.
El mensaje implícito de la Casa Rosada es brutal:
“Si querés sobrevivir, acompañá el programa. Pero no esperes trato preferencial: sos un número más en la fila.”
La bomba de Ingresos Brutos: perder hoy, rezar mañana
La reforma tributaria que avanza en paralelo al Presupuesto tiene un eje que puede dinamitar las finanzas jujeñas:
eliminar Ingresos Brutos en todas las provincias y reemplazarlo por un IVA dual, con 8 puntos que irían a las jurisdicciones.
En teoría suena “moderno”:
- el IVA se puede desgravar,
- se simplifica la cadena,
- se evita la “cascada” de IIBB.
En la práctica, para una provincia como Jujuy significa:
- Renunciar a una de sus pocas fuentes de recaudación propia estable,
- Depender aún más de un impuesto nacional cuyo reparto y base imponible no maneja,
- Quedar atada a la evolución de una economía recesiva donde el consumo se derrumba.
Y encima, para que eso ocurra, se necesita que las 24 legislaturas provinciales deroguen Ingresos Brutos.
Es decir, Sadir no controla el proceso nacional, pero sí queda atrapado en sus efectos.
Se le exige que acompañe un esquema que:
- Le quita autonomía fiscal,
- Lo obliga a recortar gasto público en una provincia hiperestatizada,
- Lo enfrenta a su propia base política y social, que vive –literalmente– del Estado.
El dato más incómodo: Jujuy habla en el Congreso con voz libertaria, no con voz sadirista
La paradoja política es demoledora:
- En el relato local, Carlos Sadir intenta sostener que Jujuy “negocia” con Nación.
- En la realidad del Congreso, los que realmente cuentan a la hora de votar son los legisladores de La Libertad Avanza, que ya se posicionaron como la voz institucional de la Provincia.
Es decir:
- Para sostener su gobernabilidad en Jujuy, Sadir necesita a La Libertad Avanza,
- Pero en la mesa federal, es Milei quien “posee” el capital político jujeño, no el gobernador.
Sadir viaja a Buenos Aires con menos poder real que sus propios legisladores.
No negocia de igual a igual: implora.
Gobernabilidad alquilada y recorte inevitable
La eliminación –o reducción fuerte– de Ingresos Brutos tiene un subtexto que en Jujuy todos conocen y pocos dicen en voz alta:
El gobierno nacional quiere que sean los gobernadores los que hagan el trabajo sucio del ajuste.
Jujuy no es la excepción, es el laboratorio perfecto:
- Provincia con altísima dependencia del empleo público,
- Desindustrialización y cierre de plantas en sectores clave (acopio, comercio, servicios),
- Un Estado que hace años funciona como contenedor social y empleo sustituto.
Si el esquema tributario nacional arrincona las cuentas provinciales, la única salida “técnica” será recortar el gasto público:
- menos empleo estatal,
- menos obra,
- menos servicios.
El costo político no lo pagará Milei.
Lo pagará Sadir, en Plaza Belgrano, frente a la sociedad jujeña.
Sin fichas, sin caja y con el reloj en contra
La situación crítica del gobierno de Jujuy no es solo contable: es política y estructural.
- Depende de Nación para pagar sueldos, sostener obra y evitar el colapso financiero.
- No tiene volumen legislativo propio a nivel nacional para incidir en la agenda.
- Debe convivir con una realidad incómoda: el jujeño que “pesa” en Buenos Aires hoy lleva la bandera libertaria, no la bandera de Jujuy Crece.
Mientras tanto, se discute:
- Presupuesto 2026,
- Reforma tributaria con eliminación de Ingresos Brutos,
- Reforma laboral redactada por estudios privados a medida de las grandes patronales.
En esa mesa, Jujuy se sienta con un cartel colgado del cuello:
“Provincia dependiente, sin poder de veto, necesitada de caja.”
La pregunta que viene
En este contexto, la pregunta que debería hacerse la dirigencia jujeña –oficialismo y oposición– es simple y brutal:
- ¿Va a convalidar una reforma que licúa la autonomía fiscal de la Provincia a cambio de promesas difusas de “inversión futura”?
- ¿Seguirá pidiendo permiso para endeudarse mientras resigna instrumentos tributarios que hoy la sostienen?
- ¿O se animará a plantarse en defensa de su recaudación y su identidad federal, aunque eso implique tensar la relación con la Casa Rosada?
Por ahora, el cuadro es claro:
Jujuy reza, Milei define, y Sadir sobrevive día a día en un modelo donde otros deciden cuánto vale la Provincia y quién habla en su nombre.
