La escena ya está montada y es brutalmente simple: Argentina está quebrada en dólares y condicionada geopolíticamente. El gobierno de Javier Milei depende de Washington para no estrellarse contra los vencimientos externos, mientras Estados Unidos deja cada vez más claro que su apoyo no es gratis: la factura se llama China.
En paralelo, el Banco Central recurre a una ingeniería financiera cada vez más riesgosa: cubrir compromisos como el Bopreal —el bono para “ordenar” la deuda con importadores— usando, de hecho, liquidez que proviene del sistema bancario y, por ende, de los depósitos del público, según señalan análisis críticos sobre la operatoria.
El mensaje implícito es contundente: el Gobierno está dispuesto a tensar al máximo el sistema financiero interno porque afuera ya tiene el crédito casi racionado.
La elección que no fue: el verdadero ganador se sienta en Washington
La nueva arquitectura entre Buenos Aires y Washington ya tiene hitos concretos. Estados Unidos y Argentina anunciaron un acuerdo marco para reforzar su “alianza estratégica” en comercio, inversiones y, en particular, minerales críticos como el litio. No se trata solo de aranceles o carne; el núcleo es quién controla los recursos del futuro.
Al mismo tiempo, el embajador designado por Donald Trump para la Argentina declaró en el Senado norteamericano que su misión será apoyar a Milei y “combatir la corrupción de los chinos” en el país. Es decir: EEUU anuncia sin pudor que intervendrá en la política argentina y que su prioridad es desarmar la presencia china en sectores estratégicos.
Por eso la frase que circula en los corrillos políticos tiene más verdad de la que parece:
en 2023 no ganó Milei, ganó Trump las elecciones en la Argentina.
Milei administra; Washington define el perímetro.
Jujuy, pieza clave del tablero: litio, Cauchari y la sombra de Beijing
Si hay un territorio donde esta disputa se vuelve concreta es Jujuy. La provincia está en el corazón del triángulo del litio y sentada sobre proyectos que el propio gobierno estadounidense considera “críticos” para su seguridad energética y tecnológica.
Además, Jujuy alberga el Parque Solar Cauchari, uno de los complejos fotovoltaicos más grandes de Sudamérica, financiado con crédito del Exim Bank de China y desarrollado con empresas chinas como PowerChina y Shanghai Electric, en sociedad con JEMSE.
En paralelo, firmas chinas participan o buscan participar en proyectos de litio y otras inversiones mineras en la provincia.
Cuando Washington dice que va a “contener la influencia china” en Argentina, no habla en abstracto: está mirando exactamente estos activos. Y cuando el Gobierno nacional promete alineamiento total con Trump, está poniendo, de hecho, a Jujuy en el medio de la bala.
El dilema es devastador para cualquier estrategia seria de desarrollo provincial:
- Si Milei intenta desalojar o congelar la expansión de capitales chinos, Jujuy pierde financiamiento para proyectos que ya están en marcha o en carpeta.
- Si Milei no lo hace, EEUU tiene instrumentos políticos y financieros para cerrar la canilla y dejar a la Argentina sin respaldo externo en 2026, año en el que los vencimientos en dólares se vuelven explosivos.
En ambos escenarios, la provincia queda atrapada entre dos gigantes que negocian por arriba de su cabeza.
El BCRA juega al límite y la cuerda se corta en las provincias
La nota de La Política Online que denuncia que el Banco Central pagó Bopreal “con los depósitos de las personas” describe, en el fondo, el tipo de economía política que hoy domina el plan Milei:
– Se usa ahorro interno para tapar agujeros de corto plazo.
– Se reza por nuevos rescates financieros desde Washington.
– Y no se ofrece un horizonte claro a la economía real.
Allí entra el otro capítulo: la futura reforma tributaria que apunta a eliminar Ingresos Brutos y reemplazar parte de esa recaudación con un IVA “dual” donde una porción sería para las provincias.
Sobre el papel suena más prolijo; en la práctica, implica que Jujuy cede autonomía tributaria y queda aún más atada al humor del poder central y de los organismos que dictan las condicionalidades externas.
Traducido a lenguaje llano:
- Las decisiones se toman en Buenos Aires y Washington.
- La factura fiscal la pagan provincias como Jujuy.
- Y la tracción real de inversiones queda en manos de EEUU o China, según quién gane el brazo de hierro.
2026: el año bisagra (si no se define el rumbo, no habrá 2027 político)
Si uno ordena las piezas, el riesgo es evidente:
- Reservas netas muy negativas y vencimientos fuertes en 2026.
- Dependencia de “repos”, swaps y líneas de crédito que exigen alineamiento geopolítico.
- Provincias ahogadas fiscalmente y presionadas para resignar China justo cuando necesitan inversiones para sostener empleo y obra pública.
En ese contexto, la consigna que recorre los mercados no es exagerada:
“Si Milei no hace el trabajo de sacar a China, 2026 viene negro y quizá no haya 2027.”
No como profecía apocalíptica, sino como diagnóstico político: sin dólares, sin crédito y sin legitimidad interna, ningún proyecto de gobierno sobrevive.
Para Jujuy, el riesgo es doble:
- Puede perder el músculo de financiamiento chino sin que lo reemplace capital norteamericano en la misma escala y velocidad.
- Y puede quedar encorsetada por una reforma tributaria y financiera diseñada lejos de la puna, sin contemplar la matriz productiva local.
Lo que Jujuy debería exigir
Si algo deja claro esta coyuntura es que Jujuy no puede seguir siendo una espectadora de lujo mientras la geopolítica se discute entre la Casa Rosada, la Casa Blanca y Beijing.
La provincia necesita, con urgencia:
- Un pacto de Estado provincial (oficialismo, oposición, sindicatos, universidades, comunidades) sobre qué tipo de inversión extranjera quiere, con qué contrapesos ambientales, laborales y tecnológicos.
- Transparencia total de todos los acuerdos con China y EEUU: condiciones de financiamiento, garantías, regalías, mano de obra, contenido local.
- Cláusulas de soberanía productiva: industrialización del litio y de la energía solar en territorio jujeño, con valor agregado, empleo calificado y participación pública y comunitaria.
- Una posición firme frente al Gobierno nacional: no a los experimentos financieros con la plata de la gente y no a los alineamientos automáticos que sacrifican proyectos estratégicos provinciales.
Porque si Jujuy no define su propio mapa de poder, otros lo harán. Y en ese mapa, la provincia sólo aparecerá como un punto de extracción de recursos, no como un sujeto político con voz propia.
