MDT: la tercera vía que rompe la modorra política en Jujuy y pone el desarrollo “con territorio” sobre la mesa

MDT: la tercera vía que rompe la modorra política en Jujuy y pone el desarrollo “con territorio” sobre la mesa

Mientras el oficialismo administra y la oposición denuncia —pero ambos parecen atrapados en una parálisis cognitiva que ya no interpreta la vida real—, en Jujuy empezó a moverse una pieza distinta: este jueves se presentó el Movimiento de Desarrollo Territorial (MDT), un nuevo partido de alcance provincial que busca discutir el desarrollo desde una lógica integral, comunitaria y territorial. El lanzamiento se realizó en el Salón Belgrano (Belgrano 624, San Salvador de Jujuy) y reunió a más de 50 participantes de distintas localidades, entre referentes políticos, emprendedores y organizaciones sociales.

El MDT se planta con una frase que funciona como diagnóstico y como método: “El desarrollo no puede pensarse sin territorio ni comunidad”. En otras palabras: no alcanza con indicadores; el crecimiento tiene que impactar en la vida cotidiana, en el empleo, en la producción local, en el ambiente y en los vínculos que sostienen a los pueblos.

Los ejes: trabajo, tramas productivas y ambiente (sin maquillaje)

Durante la presentación, los referentes del espacio —Ing. Rubén Daza, Rubén Ceballos, Laura Acosta y Brenda Narbay— expusieron una hoja de ruta centrada en el Buen Vivir, el trabajo como valor ordenador, la construcción de tramas socioproductivas y el cuidado del ambiente como condición, no como slogan. Daza lo sintetizó en un concepto que el movimiento toma como marca: “economía de los vínculos”, donde trabajo, producción y ambiente se articulan “de manera equilibrada y permanente”.

Y hay un dato político relevante: el MDT no se presenta como una mesa de especialistas desconectados, sino como una herramienta de construcción colectiva con despliegue territorial y agenda de encuentros abiertos en las próximas semanas.

Rubén Daza: perfil técnico con calle y economía popular como columna vertebral

El MDT tiene un motor claro: Héctor Rubén Daza, ingeniero metalúrgico y (hasta ahora) Secretario de Economía Popular del Ministerio de Desarrollo Económico y Producción de Jujuy, designado por decreto y publicado en el Boletín Oficial. Daza vino coordinando políticas para emprendedores autogestionados, cooperativas y economía social, pero anunció que dejará su cargo para dedicarse de lleno a construir el partido.

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Su perfil no es casual: la “economía popular” no es una consigna; es el lugar donde Jujuy duele y, a la vez, donde puede reinventarse. En el ecosistema de la Secretaría de Economía Popular se visibilizan herramientas típicas de esa agenda: microcréditos, capacitación en oficios, gestión empresaria, fortalecimiento organizacional y redes de ferias populares, entre otras líneas de trabajo.

¿Qué propone, en la práctica?

El MDT busca salir del microclima político con un enfoque pragmático: menos superestructura y más ejecución. Con lo expuesto en el lanzamiento y el recorrido del propio Daza en economía popular, el rumbo apunta a:

  • Trabajo real y producción local: construir “tramas” (encadenamientos) que conecten emprendedores, cooperativas, municipios y mercados de cercanía.
  • Financiamiento de base: microcrédito, herramientas de gestión y formación para escalar proyectos que hoy quedan atrapados en subsistencia.
  • Territorio como unidad de gestión: decisiones con anclaje local y participación comunitaria, no políticas “de escritorio” iguales para toda la provincia.
  • Ambiente como activo estratégico: no como freno, sino como condición de sostenibilidad del desarrollo.

La hipótesis fuerte: una salida a la pobreza estructural (si se convierte en poder real)

Jujuy arrastra una pobreza estructural que ya no se explica solo por ciclos económicos: es crónica e inmoral porque se naturalizó. En ese punto, el MDT intenta ocupar un vacío: la política tradicional habla de desarrollo, pero gestiona urgencias; y cuando gestiona urgencias, no construye futuro.

La apuesta del MDT, entonces, es audaz: convertir la economía popular —que hoy es resistencia— en plataforma de movilidad social, con institucionalidad, financiamiento, capacitación y mercados. Si logra expandirse territorialmente y sostener coherencia programática, puede ser la opción que muchos esperaban para discutir lo que casi nadie discute: cómo se crea trabajo jujeño sin depender del humor del poder central o de la minería como única promesa.

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