El Mundial del Poder: Por qué el Gobierno le Declaró la Guerra al Hombre que Negocia con Trump

El Mundial del Poder: Por qué el Gobierno le Declaró la Guerra al Hombre que Negocia con Trump

Perico Noticias // Mientras la agenda oficial se ahoga en discusiones de ajuste y decretos, el gobierno ha abierto un frente sorprendente y revelador: un ataque feroz y personal contra Claudio “Chiqui” Tapia. No es solo el presidente de la AFA; es un nodo de poder global en el deporte más influyente del planeta, heredero directo de la arquitectura mundialista construida por Julio Grondona.

La pregunta es obvia: ¿por qué arriesgarse? La respuesta está en los mapas que no se discuten en el Congreso. Tapia, desde su rol estratégico como presidente de la Comisión de Reglas de la FIFA, es pieza clave en la organización del Mundial 2030, que se expandiría a 64 equipos. Este formato abriría las puertas a China, India e Indonesia, consolidando un mercado emocional de casi 6.000 millones de consumidores, en una insursión sin precedentes en territorio de los siete tigres asiáticos.

Esa escala de negocios atrae a los tiburones más grandes. Y aquí el dato crucial: Donald Trump tiene a su principal lobbista en contacto permanente con Tapia. Para el presidente y magnate estadounidense, más allá de sus hoteles y medios, el control de la comunicación emocional global es un activo geopolítico decisivo en su pulseada comercial con China. En ese tablero, el “Chiqui” es un rey.

En las frías oficinas de Wall Street y en los pasillos de Mar-a-Lago, donde Tapia ha sido recibido recientemente para ultimar detalles del proyecto 2030, el dirigente argentino es visto como “el León”. Un operador confiable. el posee el control institucional de la Selección argentina «La Escaloneta», campeona vigente y futura favorita, en un evento que movilizará al mundo. Un activo de soft power incalculable.

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El gobierno libertario, sin embargo, lo ve con una mezcla de celos y miopía estratégica. Perciben su influencia interna como una amenaza y su estatura internacional como un agravio. Les exaspera que para una figura como Trump, el interlocutor relevante en Argentina sea Tapia y no ellos. Es una herida narcisista con potencial de desastre geopolítico.

Intentar decapitar políticamente o judicialmente a Tapia antes del clima mundialista no es solo un capricho. Es un error histórico que podría cerrarle las últimas puertas a Argentina en los círculos de poder real. Ya los bancos se niegan a poner garantías para nuevos desembolsos; alienar a los aliados globales del fútbol sería un aislamiento autoinfligido de consecuencias brutales.

Este forcejeo revela la profunda incomprensión del gobierno sobre dónde se ejerce el poder en el siglo XXI. Mientras libran batallas culturales en redes sociales, desprecian el canal de influencia masiva y emocional más potente que existe: un Mundial organizado por sus aliados. Atacar a Tapia es dispararse en el pie ante los ojos de sus supuestos ídolos.

El gobierno juega con fuego, confundiendo enemigo interno con activo global. En su cruzada ideológica contra “la casta”, no distinguen entre un operador local y un nodo en la red que conecta a Trump con la FIFA y a la Argentina con la legitimidad global. Un error de cálculo de proporciones épicas.

Lo que está en juego tras el escándalo fabricado contra Tapia no es una simple pulseada futbolera. Es el lugar de Argentina en el mundo: o como puente de negocios y poder en la era de la economía emocional, o como un país aislado, que criminaliza a sus propios embajadores ante las grandes ligas del capitalismo global.

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