«La ONU impone su Agenda 2045: un nuevo avance del globalismo sobre las soberanías nacionales»

«La ONU impone su Agenda 2045: un nuevo avance del globalismo sobre las soberanías nacionales»

El Pacto del Futuro amenaza con más intervencionismo global, mientras los países pierden autonomía frente a una agenda impuesta desde organismos internacionales.

El 20 y el 21 de septiembre tuvo lugar la Cumbre del Futuro, un encuentro de los países miembro de las Naciones Unidas (ONU) donde se firmó el «Pacto del Futuro«, documento que busca ser el puntapié de la Agenda 2045, la nueva versión «actualizada» de la Agenda 2030.

La Agenda 2030, un  marco de acción que impera en el plano internacional hace décadas, surgió a partir de los «Objetivos del Milenio» firmados en el año 2000, una serie de puntos que los países miembro de la ONU se comprometían a cumplir para el año 2015, que luego pospusieron para el año 2030.

Estos objetivos, renombrados como «Objetivos de Desarrollo Sustentable«, abarcan desde la pobreza cero hasta el ecologismo más extremo. Pero más allá de los objetivos, la hoja de ruta que marca para lograrlos es lo verdaderamente alarmante: la Agenda 2030 quiere construir un gobierno mundial, que le saque la soberanía a los Estado-Nación y le entregue el poder a burócratas que no fueron elegidos democráticamente.

Esta visión logró moldear en las últimas tres décadas a la Unión Europea, que pasó de ser un bloque de libre comercio a un organismo supranacional que constantemente viola la soberanía de los países miembro. La Agenda 2030 se convirtió en el sustento ideológico de la idea de que un país puede tener múltiples naciones, que la economía debe ser altamente regulada, y que los impuestos deben ser altos para sostener un Estado de Bienestar elefantiásico.

Además, impulsa la visión de que la natalidad es contraproducente y promueve políticas basadas en el teorema de Malthus. Es de esta agenda que se desprenden los argumentos en favor de las fronteras abiertas y la inmigración masiva.

El modelo que plantea la Agenda 2030 es distópico: promueve una sociedad partida, en la que un grupo cada vez más pequeño de nativos deben mantener una baja natalidad y una baja producción para no dañar al medio ambiente, mientras que otro grupo, generalmente extranjero, debe tener muchos hijos para pagar impuestos y sustentar un Estado masivo. Sin embargo, este segundo grupo debe estar sumido en la pobreza, así no consume mucho y se mantiene una economía verde en términos globales.

Los objetivos para llegar a este modelo de sociedad no se han podido alcanzar, y si bien el «socialismo del siglo XXI» ha avanzado mucho en los últimos años, los mismos jerarcas de esta agenda globalista admiten que han fallado estrepitosamente, especialmente por el resurgir en todo el mundo de corrientes nacionalistas con una visión liberal de la economía.

 Es por eso que desde 2022, han empezado a hablar de la «Visión 2045«, que implica un nuevo programa de metas globales pero con el horizonte puesto en el año 2045. Esta nueva visión es más extremista incluso que la Agenda 2030, ya que incorpora toda la cuestión de género, la censura en las redes sociales y un mundo multipolar. Si la Agenda 2030 es el vehículo de la socialdemocracia globalista, la Agenda 2045 busca imponer el comunismo chino.

Algunos de los puntos más fuertes de la Agenda 2045

Se deberán respetar las tradiciones indígenas aún si son contrarios a las leyes de cada país.

Condiciona todo financiamiento internacional al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sustentable.

Mueve el horizonte de cumplimiento de los puntos de la Agenda 2030 al año 2045.

Aprueba el Pacto Digital Global, que obliga a las redes sociales a revelar los datos de los usuarios.

Se impone a los países un «estilo de vida» vinculado al reciclado para que haya «desechos cero» y «economía circular«.

Se piden que todas las inversiones tengan un componente de economía sustentable.

Se fortalecen todas las formas de gobernanza global, debilitando la soberanía de los países y su margen de acción.

Se modifica la estructura del Consejo de Seguridad de la ONU para meter un miembro permanente por continente, desarmando la hegemonía de los Estados Unidos.

Se limita la compra de armamento al gasto en políticas sociales, de género y ecologistas.

Se  indica que toda forma de cuidado es un trabajo, incluso el cuidado en la familia, y que debería ser subsidiado por el Estado.

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