Redacción Perico Noticias // En una provincia donde la pobreza y la desigualdad son realidades cotidianas, el silencio de la Iglesia Católica de Jujuy ante políticas regresivas como el Seguro Obligatorio de Salud no solo es desconcertante, sino profundamente indignante. Mientras el Papa Francisco se ha destacado por denunciar las injusticias sociales en todo el mundo, llamando criminal al arancelamiento de la educación superior en Argentina, en Jujuy, la voz de los líderes eclesiásticos parece haberse apagado en los momentos donde más se necesita.
El obispo César Daniel Fernández, en su mensaje navideño, se limitó a hablar de la importancia de recibir al niño Jesús en el corazón, de fraternidad y esperanza. Pero en su discurso no hay mención alguna al contexto de desamparo que viven miles de jujeños, ni a las políticas que empujan aún más a los vulnerables hacia la exclusión. La pregunta es inevitable: ¿Dónde está la Iglesia que se proclama como refugio de los pobres y oprimidos?
Un silencio cómplice
El Papa Francisco, en repetidas ocasiones, ha enfatizado que la Iglesia debe ser una voz activa contra las injusticias. En su mensaje por la Jornada Mundial de los Pobres de 2022, afirmó que «la indiferencia es la peor enemiga de los pobres». Entonces, ¿cómo se explica que en Jujuy, una de las provincias más pobres del país, el obispo no condene la imposición de un seguro de salud que discrimina a los sectores informales, obliga a los más vulnerables a pagar cuotas exorbitantes y les niega el acceso efectivo a un derecho básico?
Este silencio no es solo una omisión; es una traición. Es cerrar las puertas de la Iglesia a quienes más la necesitan. Es ignorar las enseñanzas de Jesús, quien dedicó su vida a los marginados, a los enfermos, a los excluidos.
Hipocresía y abandono
La Iglesia Católica en Jujuy parece haber adoptado una postura cómoda, hablando de valores universales y abstractos, pero sin asumir un papel concreto frente a las injusticias locales. No se trata solo de un mensaje de fe; se trata de acciones que respalden las palabras. En este contexto, el silencio del obispo Fernández no es neutral: es una forma de complicidad con un sistema que perpetúa la desigualdad.
Mientras se habla de fraternidad y esperanza, miles de jujeños enfrentan la humillación de tener que demostrar que son lo suficientemente pobres para acceder a la salud. ¿Acaso Jesús no dijo que lo que hagan a los más pequeños, a Él se lo hacen? Este abandono es imperdonable. Es una burla a los valores cristianos y una muestra de la hipocresía política que tanto critica el Papa Francisco.
Una iglesia que necesita despertar
El mensaje del Papa Francisco es claro: la Iglesia debe estar cerca de los pobres, no solo con palabras, sino con acciones. En un momento donde el Seguro Obligatorio de Salud está afectando a los sectores más desprotegidos, el obispo de Jujuy debería ser el primero en alzar la voz. No hacerlo es dar la espalda al evangelio que predica.
La falta de posicionamiento de la Iglesia jujeña es un recordatorio doloroso de que incluso las instituciones que deberían ser refugio de los vulnerables pueden volverse indiferentes. Pero esta indiferencia no solo daña a quienes sufren; también erosiona la credibilidad y relevancia de la Iglesia en una sociedad que clama por justicia.
Un llamado a la coherencia
Si la Iglesia de Jujuy quiere honrar las enseñanzas de Jesús y seguir el camino marcado por el Papa Francisco, debe dejar de mirar hacia otro lado. No basta con hablar de esperanza y fraternidad; es necesario actuar con valentía frente a las injusticias. Es hora de que los líderes religiosos en Jujuy sean verdaderos peregrinos de la esperanza, no solo en palabras, sino en hechos concretos.
Cualquier otra cosa no es más que hipocresía. Y los jujeños, especialmente los pobres, merecen algo mejor. Merecen una Iglesia que sea un refugio real, una voz activa y una fuerza transformadora en su lucha por la justicia.
Porque el silencio, en este caso, no es neutral. Es una elección. Y es una elección que deja a los vulnerables abandonados.