Redacción Perico Noticias // El economista Juan Carlos de Pablo lanzó una declaración contundente que sacudió el panorama económico y político del país: «Este gobierno, para devaluar, no tiene que pedirle permiso a nadie». En el contexto actual, esta afirmación abre la puerta a un debate profundo sobre la dirección de la economía argentina y las decisiones políticas que determinarán el futuro del país.
Devaluación y gobernabilidad: la ecuación difícil
La política cambiaria de un país es mucho más que un número en una pantalla; es una herramienta clave que puede desatar tormentas o generar estabilidad. Según De Pablo, el gobierno actual tiene la capacidad técnica para devaluar sin necesidad de consensuarlo con otros actores. Sin embargo, el problema no es solo técnico, sino profundamente político.
En un escenario donde las reservas del Banco Central son limitadas y el mercado cambiario está sometido a presiones internas y externas, devaluar es una decisión que puede redefinir la confianza en el gobierno. Si bien podría aliviar la presión sobre el tipo de cambio, también podría disparar la inflación, afectando el poder adquisitivo de los ciudadanos.
El contexto global: un terreno hostil
La economía argentina no opera en un vacío. A nivel global, Estados Unidos, China y Rusia marcan el paso con decisiones que afectan el comercio internacional y las inversiones. En este tablero, Argentina debe encontrar su lugar. El litio, Vaca Muerta y las exportaciones agroindustriales son piezas clave que pueden posicionar al país como un jugador relevante.
Sin embargo, un tipo de cambio atrasado podría comprometer la competitividad de estas exportaciones. De Pablo enfatizó que el aumento en las exportaciones —como las que se proyectan en litio y energía— podría generar una «reevaluación del peso» que impactaría negativamente en los productores locales si no se manejan con cuidado las políticas fiscales y cambiarias.
Elecciones y política fiscal: el pulso del poder
El impacto de la política económica también tiene un eco directo en el terreno electoral. Las elecciones de medio término y las presidenciales son escenarios donde la economía y la política se entrelazan. De Pablo destacó cómo el futuro del gobierno estará condicionado por su habilidad para equilibrar las demandas populares con la realidad fiscal.
Con el oficialismo armando su estructura política y la oposición buscando capitalizar cualquier error, el manejo del tipo de cambio y la inflación serán temas centrales. La credibilidad del gobierno no dependerá solo de sus anuncios, sino de su capacidad para ejecutar políticas que den resultados tangibles.
La importancia de no perder de vista la historia
De Pablo recordó que las decisiones económicas no deben tomarse en base al último dato disponible, sino considerando el contexto histórico y estructural. El presente no se puede desvincular de la historia reciente: «No me prometas el tipo de cambio desde las invasiones inglesas hasta acá, porque eso no sirve».
Este recordatorio también se aplica al escenario político: cada elección es una batalla que deja heridas, pero también enseñanzas. Los liderazgos, tanto en la economía como en la política, deben ser audaces y decididos. “Un líder tibio fracasa. Un líder que se juega puede ganar todo o perderlo todo, pero su marca queda”, sentenció el economista.
Un futuro de oportunidades y riesgos
El panorama económico de Argentina está lleno de oportunidades, pero también de riesgos. El desafío del gobierno será manejar con precisión el tipo de cambio, las exportaciones y la inflación, mientras navega un contexto político complejo. Las elecciones de 2025 no solo determinarán quién gobierna, sino también qué rumbo tomará la economía.
Argentina tiene los recursos y la capacidad para posicionarse como un jugador global relevante. Pero para lograrlo, necesita liderazgos claros, decisiones valientes y un enfoque en el largo plazo. Como dijo De Pablo, «la política económica no es solo aritmética, es también una cuestión de audacia y visión».