Redacción Perico Noticias // El escenario político argentino se ha encendido con una nueva disputa de alta tensión: una marcha antifascista de gran escala se está gestando en respuesta al discurso de Javier Milei en Davos, especialmente tras sus declaraciones contra la ideología de género y el movimiento LGBTQ+. La gran incógnita es si esta movilización podrá desgastar al oficialismo o si, por el contrario, terminará fortaleciendo su figura, al igual que ocurrió con Donald Trump en Estados Unidos cuando el progresismo radical intentó enfrentarlo.
¿El antifascismo será un arma letal o un búmeran?
El oficialismo teme que la protesta escale hasta convertirse en un frente opositor más amplio, donde confluyan progresistas, kirchneristas, sindicalistas y actores políticos internacionales. Sin embargo, el antecedente norteamericano plantea una pregunta inquietante: ¿puede este tipo de reacción fortalecer a Milei en lugar de debilitarlo?
El caso de Trump es clave para entender lo que podría ocurrir en Argentina. Durante años, los demócratas apostaron a la movilización de las minorías y al discurso del progresismo globalista para frenar a Trump. Sin embargo, el resultado fue el opuesto: el expresidente capitalizó el descontento de amplios sectores que rechazaban la cultura woke y la censura impuesta por las élites mediáticas y políticas.
En Argentina, Milei podría encontrar una oportunidad similar. Su base electoral no responde a los dogmas progresistas y, de hecho, encuentra en el discurso anti-woke un punto de cohesión. La pregunta clave es: ¿esta marcha antifascista logrará perforar al oficialismo o terminará consolidando su narrativa de «pueblo contra la casta globalista»?
Milei, la confrontación y el espejo de Trump
Milei ha demostrado que entiende la lógica de la confrontación política y mediática. Al igual que Trump, no se esconde ni pide disculpas: dobla la apuesta. Su discurso en Davos fue un claro ejemplo de ello, atacando frontalmente a la ideología de género y a los organismos internacionales que la promueven.
La reacción de la oposición podría caer en la misma trampa en la que cayó el Partido Demócrata en EE.UU.: subestimar la fuerza de un discurso populista de derecha que desafía la corrección política. Los sectores progresistas, al movilizarse con tanta fuerza, podrían estar contribuyendo a la polarización que Milei necesita para consolidar su liderazgo.
¿Un frente opositor real o una explosión de indignación momentánea?
Según La Política Online, en La Libertad Avanza hay preocupación sobre la posibilidad de que esta marcha evolucione hacia un frente antifascista más amplio. Sin embargo, la oposición tiene un problema estructural: carece de un liderazgo claro que pueda aglutinar a todos los sectores disidentes.
El kirchnerismo está debilitado, los movimientos sociales están fragmentados y los sectores progresistas aún no logran recuperar la capacidad de movilización que tenían en otras épocas. Sin una figura fuerte al frente, esta ola de indignación podría diluirse en la espuma del momento.
La historia reciente demuestra que la resistencia «antifascista» no siempre tiene un impacto electoral real. En EE.UU., el Black Lives Matter y la agenda woke no lograron evitar la consolidación del trumpismo, e incluso contribuyeron a su crecimiento. En Argentina, el peronismo kirchnerista ha intentado apelar a este tipo de movilización con resultados mixtos: éxito parcial en momentos de crisis, pero incapacidad de sostener un proyecto político en el tiempo.
La guerra cultural: ¿un trampolín para Milei?
Si la oposición se radicaliza en el discurso progresista, podría estar dándole a Milei el combustible perfecto para seguir expandiendo su narrativa de héroe contra el establishment globalista. La estrategia de polarización, que Trump utilizó con maestría, podría repetirse en Argentina.
Milei no necesita convencer a los sectores progresistas, sino consolidar y expandir su base de apoyo entre los votantes hartos de la corrección política, la censura y el peso del Estado. Si la oposición cae en la trampa de convertir la lucha antifascista en el eje de su resistencia, corre el riesgo de quedar encapsulada en su propio nicho, mientras Milei sigue capturando el descontento de las mayorías silenciosas.
Conclusión: ¿Marcha letal o autogol?
Todo dependerá de cómo se desarrolle el conflicto. Si la marcha se convierte en una explosión puntual de indignación, sin un liderazgo claro y sin una estrategia política de largo plazo, podría terminar beneficiando al gobierno. Por el contrario, si logra articular una oposición real con capacidad de disputar poder, podría representar un desafío genuino para Milei.
Sin embargo, el espejo de Trump en EE.UU. deja una advertencia clara: las movilizaciones progresistas no siempre destruyen a los líderes populistas de derecha. En muchos casos, los fortalecen.
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