San Salvador de Jujuy: 20 años de un feudo municipal, el plan macabro para eternizar la desigualdad

San Salvador de Jujuy: 20 años de un feudo municipal, el plan macabro para eternizar la desigualdad

Redacción Perico Noticias // San Salvador de Jujuy no es la capital de una provincia en crecimiento, sino el epicentro de un proyecto de concentración de poder, sumisión política y desigualdad estructural. Durante cinco mandatos consecutivos, el intendente Raúl “Chuli” Jorge ha sido el arquitecto de una estrategia despiadada: mantener el control absoluto sobre el 53% del electorado provincial, asegurando que los recursos solo se administren con criterios de conveniencia política y no de desarrollo real.

Lo que alguna vez fue una denuncia encendida contra el centralismo del peronismo en Jujuy –cuando el municipio exigía su autonomía financiera frente al gobernador Fellner– se transformó en un pacto de sometimiento a los oscuros designios de Gerardo Morales. El mismo intendente que reclamaba libertad financiera en 2013, se convirtió en el principal ejecutor del vaciamiento de San Salvador de Jujuy, convirtiendo la capital en una oficina de la gobernación, sin autonomía, sin capacidad de decisión y al servicio de un régimen político feudal.

Un municipio rico con ciudadanos pobres: la farsa del progreso

Los números no mienten: San Salvador de Jujuy maneja un presupuesto millonario, con ingresos propios que le permitirían atender las necesidades básicas de sus habitantes sin depender de los créditos del gobierno provincial. Sin embargo, las calles están destruidas, las cloacas colapsadas y los barrios periféricos sumidos en el olvido.

Mientras tanto, la gestión municipal ha sido un desfile de anuncios sin sustancia: inauguraciones de obras mediocres, campañas de marketing vacías y una propaganda permanente para sostener un relato que no se condice con la realidad. ¿Dónde está el dinero de los vecinos? ¿Por qué el esfuerzo tributario no se traduce en mejoras concretas?

La respuesta es evidente: el municipio se ha convertido en un botín político, administrado con criterios de nepotismo, ineficiencia y favoritismo.

Gran Jujuy: el anillo de miseria planificado

El proyecto del «Gran Jujuy» no es más que un plan de reconfiguración política para eternizar la hegemonía radical en la provincia. Al incorporar municipios periféricos a la estructura de la capital, el oficialismo logró concentrar el mayor caudal de votos, garantizando su control electoral.

Sin embargo, lejos de significar una mejora para los habitantes de estas zonas, el plan convirtió a los barrios de la periferia en depósitos de pobreza, donde las obras solo llegan en tiempos de campaña. Las mismas calles de tierra, la falta de infraestructura básica y la postergación sistemática de las necesidades de miles de jujeños demuestran que esta expansión de la capital no tenía fines de desarrollo, sino de control político.

La casta radical y su estructura de impunidad

No solo la gestión municipal ha sido un fracaso en términos de políticas públicas, sino que también ha estado manchada por la corrupción y la impunidad. El intendente Raúl Jorge está implicado en una causa gravísima que, por conveniencia política, nunca ha llegado a juicio oral. El sistema judicial que persigue opositores con ferocidad, protege con silencio y dilaciones a los suyos.

A pesar de los escándalos, no hay voluntad de justicia, porque un intendente debilitado es funcional a un gobernador que maneja los hilos del poder con precisión quirúrgica. San Salvador de Jujuy es un municipio secuestrado, administrado por una casta que se enriqueció con la política y se perpetuó en el poder a costa del sacrificio de su pueblo.

2025: el fin del feudo municipal está cerca

Las elecciones de 2025 pueden marcar el ocaso definitivo de un modelo agotado, basado en clientelismo, nepotismo y manipulación política. La decadencia de la capital jujeña ya no puede ocultarse bajo promesas de campaña.

Es hora de que San Salvador de Jujuy rompa con las cadenas de la sumisión y reclame el futuro que merece: uno sin intendentes enquistados, sin funcionarios que gobiernan con una lógica medieval, y sin ciudadanos condenados a la resignación.

La historia de este municipio no puede seguir escrita por los mismos que lo han llevado a la decadencia. La pregunta es simple: ¿seguirán los jujeños siendo rehenes de un poder feudal, o finalmente tomarán la decisión de sacudir el tablero y recuperar su ciudad?

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