Redacción Perico Noticias // El adelantamiento de las elecciones en Jujuy no es un movimiento inocente ni responde a una planificación institucional transparente. Es, en esencia, una jugada de supervivencia política, una maniobra desesperada para perpetuar un esquema de poder que ha garantizado privilegios a unos pocos a costa de la pobreza de las mayorías. En una provincia donde el 80% de la población es pobre y el aparato estatal se sostiene con impuestazos, el oficialismo ha decidido, sin sonrojarse, activar el mecanismo electoral en el peor momento posible para la ciudadanía. La pregunta clave no es si Jujuy necesita una renovación política, sino si los jujeños tienen la posibilidad real de decidir su destino en un escenario que ha sido diseñado para que los dueños del poder nunca pierdan.
La convocatoria electoral, plagada de errores y omisiones, refuerza esta hipótesis. A escasos meses de los comicios, el decreto de adhesión a la boleta única no ha sido emitido, no se han asignado bancas municipales conforme al crecimiento demográfico, y ni siquiera está claro si los jóvenes de 16 a 18 años podrán votar. Estos vacíos administrativos no son meros descuidos: son piezas de una estrategia diseñada para confundir, desmovilizar y obstaculizar el acceso a una elección verdaderamente democrática. En este marco, el oficialismo se asegura de que el escenario sea favorable a sus fichas, mientras deja en pie ciertos grupos opositores, acaso funcionales, para fragmentar cualquier intento de resistencia real.
El Tablero Opositor: Desorden y Desafíos
Mientras el oficialismo juega sus cartas con precisión quirúrgica, la oposición se encuentra atrapada en su propia incapacidad de articular una alternativa cohesionada. Los libertarios, que en las encuestas aparecen como la fuerza con mayor intención de voto, están divididos en facciones que parecen no comprender la urgencia del momento. Por un lado, los sectores con personería jurídica no han sabido capitalizar el respaldo del electorado con acciones concretas alineadas a la agenda nacional de Javier Milei, lo que ha generado una profunda decepción entre los votantes violetas. Por otro lado, una corriente libertaria emergente busca insertarse en el esquema político con un paquete de reformas radicales para desmontar el aparato estatal jujeño, pero sin una estrategia clara de implementación.
La izquierda, en tanto, mantiene su tradicional plataforma de lucha, con propuestas que incluyen limitar los sueldos políticos y aplicar impuestos a los grandes grupos económicos. Si bien su discurso es consistente, la dificultad histórica de la izquierda para consolidarse como una opción de gobierno en Jujuy reduce su capacidad de incidencia real.
El Frente Amplio: Un Nuevo Modelo de Gestión Estatal
En este contexto de fragmentación, el Frente Amplio se presenta como una opción disruptiva, menos ideologizada y más pragmática. Su propuesta central gira en torno a la transformación del Estado en un mecanismo ágil, eficiente y orientado al desarrollo privado, eliminando las cúpulas corruptas y burocráticas que han convertido a la administración pública en un lastre para el progreso jujeño. En un escenario donde el empleo público sigue siendo la columna vertebral de la economía local, el FA plantea una estrategia de reestructuración que preserve los puestos de trabajo legítimos, pero optimice su funcionalidad y restituya el poder adquisitivo de los empleados estatales como un motor del consumo y la reactivación de la microeconomía.
El plan del FA incluye un Departamento de Desregulación y Desmontaje de la Burocracia Estatal, integrado por jóvenes formados en modelos de gestión modernos, similar a la iniciativa DOGE impulsada por la administración Trump en Estados Unidos. La meta es clara: reducir los costos del Estado, facilitar la inversión privada y desatar el potencial emprendedor de los jujeños mediante créditos blandos, eliminación de trabas burocráticas y un sistema de incentivos para el desarrollo productivo. En línea con esta visión, el FA propone una eliminación masiva de tributos y tasas sobre el sector productivo rural, con el doble objetivo de generar divisas a través de la exportación y reducir la inflación a nivel regional, rompiendo con la lógica de los gobiernos provinciales que solo contribuyen a aumentar los costos de vida con aumentos impositivos descontrolados.
¿Salvarnos los Jujeños o Salvar a Morales?
El dilema electoral en Jujuy no es simplemente una cuestión de partidos y candidatos, sino de modelos de gestión y visiones de futuro. La continuidad del esquema actual garantiza la perpetuación del poder en manos de una elite política que se ha beneficiado del status quo, mientras la mayoría de la población sigue sumida en la pobreza y la desesperanza. En cambio, la emergencia de nuevas fuerzas políticas —desde los libertarios hasta el Frente Amplio— abre una ventana de oportunidad para repensar el rol del Estado y su relación con el sector privado.
La gran incógnita es si la oposición será capaz de canalizar el hartazgo social en una propuesta unificada y viable, o si las divisiones internas seguirán beneficiando al oficialismo, que no dudará en usar todos los resortes del poder para mantenerse en el control. Mientras tanto, los jujeños se enfrentan a una decisión trascendental: optar por un cambio estructural que transforme el destino de la provincia o resignarse a seguir sosteniendo un sistema que solo beneficia a una casta de privilegiados.
Las fuerzas de la Pachamama y las fuerzas del Cielo están en disputa. La verdadera pregunta es: ¿de qué lado estarán los jujeños cuando llegue el día de votar?.