Redacción Perico Noticias // En un giro histórico para la aviación nacional, Aerolíneas Argentinas comunicó al Ministerio de Economía que no requerirá aportes extraordinarios en 2025, marcando su primer superávit en 17 años. Este logro, celebrado por muchos sectores, sin embargo, no ha disuadido al Gobierno Nacional de avanzar firmemente hacia la privatización de la aerolínea.
El Ejecutivo sostiene que el Estado no debe gestionar empresas comerciales y, en ese marco, la privatización se presenta como el paso natural para consolidar un mercado de «cielos abiertos», donde la competencia se desarrolle sin intervención gubernamental ni subsidios. Para el Gobierno, la rentabilidad alcanzada por Aerolíneas Argentinas es una muestra de que la compañía puede operar de manera eficiente y autónoma, pero la lógica de un sector aéreo liberal y competitivo requiere liberar a la empresa del control estatal.
La estrategia de privatización ha generado un intenso debate a nivel nacional. Por un lado, sus defensores argumentan que el proceso permitirá modernizar la flota, optimizar los servicios y atraer inversiones internacionales, lo cual podría traducirse en beneficios para la conectividad y el desarrollo económico del país. Por otro lado, críticos y sectores del ámbito social advierten que, pese al superávit, el traspaso de la gestión estatal a manos privadas podría conllevar recortes en áreas sensibles y poner en riesgo la accesibilidad de vuelos a regiones menos rentables.
Expertos en economía destacan que la medida busca abrir el mercado aéreo a una competencia plena, inspirándose en modelos internacionales que han demostrado mayores niveles de eficiencia y dinamismo en la prestación de servicios. No obstante, el desafío radica en equilibrar la necesidad de eficiencia económica con el compromiso de garantizar la conectividad y la inclusión social en un país de vastas dimensiones.
Mientras Aerolíneas Argentinas celebra un avance que rompe décadas de inestabilidad financiera, el horizonte para el sector aéreo argentino se vuelve cada vez más incierto. La decisión de privatizar la aerolínea apunta a una transformación estructural que podría redefinir el futuro de la aviación en el país, generando expectativas y temores en igual medida.
Este movimiento, que ya se discute ampliamente en los medios y foros de economía, encarna la polarización del debate sobre el rol del Estado en la economía. Con 2025 a la vista, la empresa se posiciona favorablemente para enfrentar el cambio, mientras la privatización se cierne como la siguiente gran apuesta del Gobierno para consolidar un mercado de cielos abiertos en el que solo la eficiencia y la competencia determinen el rumbo de la industria.