Perico Noticias // Mientras la economía argentina cruje y la sociedad enfrenta un ajuste despiadado, el gobierno de Javier Milei sigue apostando a la teatralidad política. Si algo ha demostrado esta administración es su capacidad para instalar cortinas de humo, siempre con el timing preciso para que el debate público salte de un escándalo a otro sin llegar nunca al fondo del problema.
El último episodio de este show interminable fue el encuentro con Elon Musk, donde Milei, en un gesto entre infantil y grotesco, le obsequió una motosierra. ¿Resultado? Portadas en medios internacionales, tendencia en redes sociales y una narrativa de “líder disruptivo” que sigue vendiéndose afuera. ¿El problema? Que esta imagen de rockstar libertario no se traduce en inversiones, crecimiento ni alivio para una población que ya no sabe cómo llegar a fin de mes.
El default financiero que nadie quiere admitir
En paralelo al espectáculo en Washington, el JP Morgan reveló que el gobierno ha dilapidado casi 40.000 millones de dólares para contener el dólar, en una estrategia que, más que ortodoxia económica, parece un manotazo de ahogado. No hay magia ni milagro: el modelo de Milei se sostiene con una bicicleta financiera colosal que, cuando termine de agotarse, golpeará aún más fuerte. El superávit fiscal, tan celebrado como bandera del ajuste, ya se ve opacado por el nivel de endeudamiento privado, que equivale al superávit anual del país. En otras palabras, el supuesto orden macroeconómico es un castillo de naipes que el propio mercado ya empieza a mirar con desconfianza.
Pero hay algo todavía más grave: el default moral de un gobierno que ha priorizado una agenda de memes y marketing político sobre la realidad tangible. El escándalo del Criptogate es el ejemplo perfecto: la moneda digital $LIBRA, promovida por funcionarios cercanos al gobierno y lanzada con toda la pompa libertaria, se desplomó en un abrir y cerrar de ojos, dejando un tendal de damnificados. ¿Alguien responderá por este fiasco? Por ahora, la respuesta oficial ha sido el silencio, mientras las denuncias comienzan a acumularse.
La gran pregunta: ¿cuánto tiempo más dura este show?
Milei llegó al poder prometiendo destruir el statu quo y, hasta cierto punto, lo ha logrado. Pero la pregunta que empieza a instalarse en la sociedad no es si el presidente podrá sostener su imagen, sino si Argentina puede sostener este modelo de caos constante. Porque si bien el discurso de «la casta» sigue teniendo atractivo, el ajuste recae sobre los mismos de siempre, mientras los poderosos siguen jugando a la especulación financiera y a las estafas cripto sin consecuencias.
Hoy, Milei tiene su imagen golpeada, pero el verdadero problema es que la sociedad está aún más golpeada. La paciencia no es infinita. Si el gobierno sigue apostando a la distracción en lugar de ofrecer una salida real, es solo cuestión de tiempo para que el desencanto derive en una crisis política de magnitud. Y cuando eso pase, ni Elon Musk ni las motosierra podrán salvarlo.
La resistencia a la realidad y el dilema de la sociedad
El gobierno de Milei sigue operando bajo una lógica de «marketing político permanente», donde cada crisis es neutralizada con un escándalo nuevo o una maniobra efectista. Sin embargo, el margen de tolerancia comienza a agotarse. La pregunta clave es cuánto tiempo más podrá sostenerse esta estrategia sin generar una ruptura definitiva con su propia base de apoyo.
Porque si bien el votante libertario original sigue respaldando el ajuste con la esperanza de un futuro próspero, el resto de la sociedad ya está viendo la otra cara del modelo: salarios pulverizados, deudas crecientes y una economía paralizada. Cuando el espectáculo deje de ser suficiente, la Argentina de Milei tendrá que enfrentarse a la realidad más dura: que sin gobernabilidad, ni el más magnético de los líderes puede sostener el poder.