Milei y su cruzada contra Kicillof: ¿abuso de poder o cortina de humo?

Milei y su cruzada contra Kicillof: ¿abuso de poder o cortina de humo?


Javier Milei vuelve a tensar los límites institucionales con un pedido implícito de renuncia a Axel Kicillof, insinuando que su gobierno debería “hacerse cargo” de la provincia de Buenos Aires. Mientras en su cuenta de X (antes Twitter) dejó en claro su intención de desplazar al gobernador, en una entrevista con Luis Majul intentó relativizar sus palabras, pero terminó reafirmando la amenaza. Desde el punto de vista constitucional, sus declaraciones abren un frente de irregularidades que comprometen la estabilidad democrática y exponen una estrategia política cargada de arbitrariedad.

1. La mentira en 280 caracteres: el tuit que lo incrimina

El presidente Milei publicó un mensaje incendiario en el que acusó a Kicillof de ser el responsable del “baño de sangre” en Buenos Aires y, acto seguido, sugirió que su salida era la única solución: “Si le interesa el bienestar de los bonaerenses, córrese del camino (esto es, renuncie) y déjenos intervenir la Provincia.” Esta frase no deja lugar a interpretaciones. La presión para que un gobernador elegido democráticamente abandone su cargo y la pretensión de que el gobierno nacional tome el control provincial sin justificación legal constituyen un abuso de poder.

La Constitución Nacional es clara: el artículo 6 solo habilita la intervención federal cuando hay una alteración del orden institucional que impida el funcionamiento de los poderes locales. ¿Cuál es la “alteración” que justificaría una intervención? ¿Los índices de criminalidad, que si bien preocupantes, no han cambiado drásticamente en los últimos meses? No hay causal objetiva ni jurídica para justificar el intervencionismo que Milei busca instalar en la agenda pública.

2. La gambeta que lo delata: su fallido intento de desmentida en la entrevista

Cuando Majul lo interrogó sobre su pedido de intervención, Milei respondió con una contradicción evidente: primero negó haber pedido la intervención y luego insistió en que Kicillof era “parte del problema” y debía irse. Es decir, negó la intervención mientras insistía en que sin la renuncia del gobernador, la única solución era que el Gobierno Nacional se hiciera cargo.

Para un jurista, la insistencia en la idea de que Kicillof debe correrse para que Nación tome las riendas de la provincia deja en evidencia que su estrategia es desplazar a un mandatario sin respetar los mecanismos democráticos. Más grave aún, busca hacerlo por la fuerza de la presión pública y el discurso del miedo. En términos jurídicos, esto es una violación del principio republicano de gobierno: la autonomía de las provincias es sagrada y no puede ser vulnerada por la voluntad política del presidente.

3. Una cortina de humo para tapar el escándalo cripto

El intento de Milei de instalar la intervención bonaerense como tema prioritario no es casual. Se produce justo cuando su gobierno enfrenta su peor crisis de credibilidad: el escándalo del CriptoGate, denunciado en una investigación del New York Times. La maniobra es evidente: desviar la atención con un conflicto artificial que le permita mostrarse enérgico contra “la casta” mientras evita responder sobre su relación con la estafa de los Milei Coins y el financiamiento irregular de su espacio político.

El giro de la agenda es aún más llamativo porque, hasta hace unos días, Milei tenía pensado anunciar un plebiscito para su reforma económica en el discurso de apertura de sesiones ordinarias del Congreso. Sin embargo, el pánico en los mercados por la falta de confianza en su administración lo obligó a modificar la estrategia: sin credibilidad, no hay asistencia del FMI. Y sin asistencia del FMI, el plan libertario se desmorona.

4. El gran fracaso: la economía no crece, el ajuste no cierra y Milei necesita más deuda

En paralelo al escándalo del CriptoGate y al intento de intervenir Buenos Aires, Milei avanza en la búsqueda de un nuevo acuerdo con el FMI. Pero aquí radica su mayor contradicción: tras prometer que su ajuste generaría superávit fiscal y estabilidad económica, ahora necesita recurrir nuevamente al endeudamiento. ¿La razón? La economía no creció lo suficiente para generar los dólares necesarios que permitan afrontar la debacle financiera.

El presidente, que criticó durante años la dependencia del Fondo Monetario Internacional, se encuentra ahora rogando por un salvavidas financiero. Su discurso de la autosuficiencia y el fin del intervencionismo extranjero se derrumba ante la cruda realidad: la ortodoxia económica de Milei no ha logrado generar confianza ni estabilidad.

5. El peligro de un presidente desbocado

El tuit contra Kicillof y sus declaraciones en la entrevista con Majul son síntomas de un presidente desesperado por recuperar la iniciativa política. Su insistencia en empujar al gobernador a la renuncia es más que un acto de autoritarismo: es la confesión de que su gobierno no puede sostenerse sin generar enemigos constantes. La estrategia de la confrontación permanente es funcional a su narrativa, pero peligrosa para la democracia.

Si Milei realmente quisiera solucionar los problemas de Buenos Aires, su gobierno podría coordinar con la provincia estrategias de seguridad, aportar recursos o colaborar con el despliegue de fuerzas federales. Pero en lugar de gobernar, elige operar con la lógica del shock y el escándalo, buscando distraer a la opinión pública de su verdadero talón de Aquiles: la crisis de confianza que ha generado con sus propias decisiones.

Conclusión: Milei, sin respaldo y sin respuestas

El intento de Milei de forzar la salida de Kicillof, su discurso de intervencionismo y su huida de la crisis cripto reflejan un gobierno cada vez más acorralado. La pregunta es si su apuesta por la polarización extrema logrará sostenerlo o si, como él mismo dice en sus analogías futboleras, terminará errando el penal de su vida política. Lo que es seguro es que la democracia argentina no puede tolerar un líder que juega al límite de las reglas cuando su propio modelo de gobierno empieza a hacer agua.



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