Una brújula para Milei: el libre mercado no existe, ni siquiera para Trump

Una brújula para Milei: el libre mercado no existe, ni siquiera para Trump

Hay momentos en la historia en los que la realidad se impone con tal contundencia que demuele las fantasías ideológicas de los dogmáticos. Javier Milei, el autoproclamado profeta del «mercado sin restricciones», enfrenta hoy una paradoja que lo deja desnudo en su inconsistencia: Donald Trump, el supuesto referente del capitalismo más salvaje, acaba de aplicar aranceles del 25% a México y Canadá, con represalias inmediatas de ambos países y un creciente pánico en los mercados.

Si el libre mercado fuera real, como insiste Milei, Trump debería estar abriendo las puertas del comercio, no cerrándolas a los martillazos. Pero el exmandatario republicano entiende algo que al libertario argentino se le escapa: el mundo no es un ensayo teórico de Friedman, sino un tablero de poder donde los países juegan con regulaciones, protecciones y acuerdos estratégicos para defender sus intereses nacionales. Y lo peor de todo es que Argentina, gobernada por un fundamentalista de la desregulación, es la primera en perder en este juego global.

De la motosierra a la brújula: Milei y su extravío ideológico

Mientras Milei daba su discurso en la apertura de sesiones ordinarias, en el que insistió en avanzar hacia un «acuerdo de libre comercio» como si estuviera en 1980, la geopolítica le escupía la cara con una verdad inapelable: el mundo no funciona con reglas de manual, sino con intereses en conflicto.

El mismo Trump que Milei idolatra entiende que la competencia desenfrenada destruye industrias nacionales, por eso impone aranceles a productos extranjeros. Canadá y México respondieron con medidas similares. ¿Y Argentina? Argentina, atada a un dogma obsoleto, mira al vacío mientras sus industrias se desangran.

El caso de Acindar y otras acerías es solo un anticipo de la destrucción que se avecina. Suspensiones, despidos y plantas paralizadas mientras el gobierno sigue creyendo que el libre mercado lo resolverá todo. ¿Cómo puede un jefe de Estado estar tan desorientado en pleno siglo XXI?

Trump juega al proteccionismo, Milei juega a la ruleta rusa

La hipocresía es grotesca. Trump, el supuesto paladín del capitalismo desatado, impone barreras comerciales con un proteccionismo brutal. Milei, que se dice discípulo del exmandatario, sigue recitando las letanías del «mercado sin intervención». La ironía es brutal: el libertario argentino está más a la derecha que el propio Trump, pero su política es un suicidio.

Mientras el mundo protege sus industrias, Argentina se entrega desnuda a los mercados globales, sin barreras ni estrategias defensivas. El resultado es previsible: desindustrialización, pérdida de empleos, fuga de capitales y una crisis aún más profunda. Pero para Milei, todo esto es parte del «ajuste necesario».

De libertario a gatito: el escándalo cripto y el Milei domesticado

El Milei que gritaba en los canales de televisión contra la casta, el Estado y las regulaciones, hoy es una versión edulcorada de sí mismo. El escándalo de las criptomonedas, que estalló con sospechas de vínculos entre su espacio y maniobras financieras turbias, lo convirtió en un «gatito» sumiso ante el poder real.

Donde antes había furia, hoy hay un Milei controlado, repitiendo discursos que ya nadie cree. En lugar de una revolución, su gobierno se encamina a ser una traición para quienes depositaron en él su esperanza. Porque incluso aquellos que lo votaron para romper con el pasado empiezan a ver que no hay plan, no hay rumbo, solo un dogma que se estrella contra la realidad.

Argentina: un país que nunca pierde la esperanza

Pero si hay algo que Milei no entiende es que Argentina es un país que siempre encuentra una salida. Quienes creyeron en él con justa razón –porque el hartazgo con la política tradicional era genuino– hoy comienzan a abrir los ojos. No es vergonzoso haber apostado por un cambio; lo vergonzoso sería no aprender de la experiencia.

La historia no la escriben los dogmáticos, sino los pueblos que se niegan a resignarse. Y si algo nos enseñaron los últimos años es que Argentina puede equivocarse, pero nunca se rinde. Mientras Milei se pierde en sus fantasías de libre comercio en un mundo que ya no funciona así, la gente empieza a buscar una nueva alternativa.

Porque en Argentina la esperanza nunca muere. Y cuando se despierte, Milei se quedará solo con su brújula rota.

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