Donald Trump lo hizo otra vez. En una decisión que sacude el tablero geopolítico, el expresidente estadounidense –y hoy favorito para volver a la Casa Blanca– suspendió temporalmente la ayuda militar a Ucrania, poniendo al borde del colapso la resistencia de Kiev frente a la invasión rusa. Lo que para sus seguidores es un gesto de pragmatismo, para el mundo es una bofetada a la soberanía ucraniana y un regalo geopolítico para Vladimir Putin.
Si algo dejó claro la guerra en Ucrania es que sin apoyo militar externo, el país de Volodímir Zelenski difícilmente pueda sostener su defensa. Con una economía devastada, un frente de batalla cada vez más complicado y tropas desgastadas, la dependencia de los suministros occidentales es total. Cortar esa asistencia, bajo el pretexto de que Zelenski no ha mostrado una intención clara de alcanzar un acuerdo de paz, equivale a dejar a Ucrania a merced de Rusia.
La decisión de Trump no solo afecta envíos de armas y equipos ya comprometidos, sino que además pone en peligro el estratégico acuerdo sobre tierras raras, fundamentales para la industria tecnológica y militar de EE.UU. Pero, sobre todo, marca el fin del blindaje de Occidente a Ucrania y el principio de su abandono progresivo.
Trump y Putin: un viejo romance geopolítico
No es la primera vez que Trump se alinea con los intereses del Kremlin. Durante su presidencia, fue acusado de minimizar la amenaza rusa, deslegitimar la OTAN y relativizar la anexión de Crimea. Su relación con Putin fue siempre ambigua, con elogios a su “liderazgo fuerte” y una postura condescendiente ante la expansión rusa en el Este de Europa.
Ahora, al cortar la asistencia militar a Kiev, Trump le concede a Putin su mayor victoria diplomática desde el inicio de la invasión. El Kremlin, por supuesto, no tardó en celebrar la noticia, calificándola como “un paso hacia la paz” (eufemismo de “una oportunidad para una victoria más rápida y barata”).
Mientras tanto, Zelenski queda atrapado en una encrucijada mortal. Si acepta negociar la paz en las condiciones que Trump exige, se enfrenta a la cesión de territorios estratégicos y la humillación nacional. Si se resiste, verá cómo la ayuda estadounidense desaparece, debilitando aún más su capacidad de respuesta militar.
¿Un nuevo Afganistán? El peligro del abandono total
La imagen es escalofriante: Ucrania podría convertirse en el nuevo Afganistán, un país devastado, abandonado a su suerte tras haber sido utilizado como bastión geopolítico por las grandes potencias. La historia reciente ha demostrado que cuando EE.UU. decide que un aliado ya no es útil, no duda en dejarlo caer.
El desenlace más probable, si Trump mantiene su decisión, es que otros países europeos también reconsideren su apoyo a Ucrania, temiendo que una prolongación del conflicto sin el respaldo de EE.UU. sea un desgaste inútil. La ofensiva rusa, en ese caso, podría avanzar con mayor facilidad, empujando a Ucrania a una rendición forzada.
El efecto dominó: China, la gran ganadora
Pero la jugada de Trump no solo tiene impacto en Ucrania. En el tablero global, el principal beneficiado de este giro geopolítico es China. Con EE.UU. debilitando su compromiso con Ucrania, Pekín refuerza su posición como mediador en el conflicto y como aliado estratégico de Rusia.
Además, la suspensión del acuerdo sobre tierras raras entre Ucrania y EE.UU. deja a China con una ventaja clave en el control de estos minerales esenciales para la industria tecnológica y militar. En otras palabras, la decisión de Trump no solo perjudica a Ucrania, sino que también erosiona la competitividad estadounidense frente a China.
El mundo en alerta: ¿se reconfigura el orden global?
Si algo queda claro con esta movida es que el orden mundial sigue en transformación. Con EE.UU. retrocediendo como garante de la estabilidad global, Rusia y China avanzan posiciones, aprovechando cada grieta en la política exterior estadounidense.
Trump, con su populismo errático y su desinterés por las alianzas tradicionales, está acelerando el declive de la influencia estadounidense en Europa del Este. Para Ucrania, su decisión es catastrófica. Para Putin, una invitación a la victoria. Y para el resto del mundo, una señal de que el viejo equilibrio geopolítico está al borde del colapso.
¿Estamos ante el principio del fin de Ucrania? ¿O ante el principio del fin del dominio de EE.UU. en la política global? Lo único seguro es que Trump acaba de disparar un misil diplomático que podría cambiar el mundo para siempre.