Javier Milei sigue ocupando el centro de la escena política. Su figura, disruptiva y abrasiva, todavía captura la atención de los medios, del arco político y de buena parte de la sociedad. Sin embargo, el fulgor de su retórica de combate ya no deslumbra como antes. La paciencia ciudadana se agota y su credibilidad se erosiona. La inflación, en términos macroeconómicos, parece haber sido contenida, pero en el termómetro doméstico, el bolsillo de la gente sigue ardiendo. No hay tregua para el consumo, ni alivio para la clase media y los sectores populares. Los precios no ceden y el poder adquisitivo se desploma. La incertidumbre vuelve a crecer como una sombra que amenaza con devorar la estabilidad que prometió el gobierno.
La sociedad argentina, que supo reírse con los insultos de Milei y celebrar su embestida contra «la casta», ahora exige resultados concretos. No alcanza con la demolición del viejo sistema si de los escombros no emerge algo nuevo y funcional. La frase «es el mercado, estúpido» no le llena la heladera a nadie. El 2025 se convierte en un punto de inflexión: las elecciones legislativas serán el escenario donde la ciudadanía repartirá castigos y recompensas. Milei, que supo canalizar la bronca en 2023, enfrenta ahora su propio juicio popular.
Jujuy, el microcosmos del desencanto
En la provincia de Jujuy, donde el 11 de mayo se celebrarán elecciones, la disyuntiva nacional se expresa con una nitidez brutal. ¿Quién es la casta? ¿Quién es “Milei también”? La casta, sin dudas, está representada por la estructura enquistada de Cambia Jujuy y su gobernador Carlos Sadir, que heredó el aparato clientelar y corporativo que Gerardo Morales tejió durante años. Una burocracia política que se disfrazó de «gestión eficiente», pero que en la práctica es la continuidad de las prácticas que durante décadas han mantenido a la provincia bajo el yugo de redes de poder cerradas. Del otro lado, el peronismo, fragmentado y sin brújula, ofrece lo mismo de siempre: acuerdos de cúpulas, rosca interna y discursos vacíos que nadie cree.
Y luego está Milei, o más bien su versión local: una ola de dirigentes libertarios que repiten su catecismo sin ofrecer un plan concreto para la provincia. La desregulación y la desburocratización que promueve Sturzenegger a nivel nacional son banderas atractivas, pero en Jujuy necesitan una traducción concreta. ¿Quién las tomará en serio y las aplicará con inteligencia?
El Frente Amplio, ¿la alternativa real?
Si hay un espacio que puede capitalizar el agotamiento con las viejas estructuras y la decepción con Milei, ese es el Frente Amplio. Pero no lo logrará con discursos vacíos ni con promesas generalistas. Debe ofrecer una narrativa regional y local con propuestas legislativas tangibles. Debe convertirse en la fuerza que impulse un nuevo modelo de desarrollo provincial, rompiendo con el monopolio estatal y desmantelando la estructura prebendaria que ha convertido a empresarios en meros socios del poder.
El Frente Amplio tiene la oportunidad de construir un camino basado en cinco pilares esenciales:
- Autonomía real para los municipios y fin del saqueo tributario: La Ley de Coparticipación debe cumplirse de una vez por todas. Los municipios deben recibir los recursos que les corresponden sin ser rehenes de la burocracia provincial. Hoy, el Estado provincial es un intermediario que manipula los fondos a conveniencia política, asfixiando las gestiones locales. La autonomía municipal debe garantizarse con recursos propios, permitiendo que cada localidad defina su desarrollo sin la tutela de un gobierno centralizador.
- Eliminación feroz de tasas e impuestos regresivos: Jujuy está plagada de tributos que no benefician a los ciudadanos, sino a estructuras parasitarias que sostienen negocios privados con fondos públicos. Se deben eliminar tasas que financian sociedades privadas y servicios ineficientes que solo engordan bolsillos de empresarios prebendarios. Menos impuestos significa más capacidad de inversión y generación de empleo.
- Modernización económica y generación de empleo real: Es urgente actualizar los salarios del grueso del empleo público, pero no a través de un aumento descontrolado del gasto, sino decapitando las cúpulas burocráticas que devoran recursos. Con esos fondos liberados, se debe apostar por municipios transparentes con la única meta de generar trabajo. El camino es claro:
- Servicios tecnológicos: Jujuy debe insertarse en la economía digital y abrir oportunidades en la industria del software, la IA y la automatización.
- Agricultura con valor agregado: La provincia tiene un potencial enorme en producción orgánica y exportación de alimentos con certificación de calidad.
- Turismo distribuido: En lugar de depender de unos pocos polos turísticos, se debe robustecer la oferta para incluir a toda la provincia.
- Un Jujuy auténtico, sin dependencia de la minería tóxica: La minería extractiva ha generado ingresos, pero con un costo ambiental y social enorme. El modelo de desarrollo no puede depender de exportaciones que no revierten en progreso local. Jujuy debe impulsar un modelo productivo basado en innovación, turismo, agricultura sustentable y tecnología.
- Reforma educativa para el siglo XXI: No hay crecimiento sin educación. Jujuy necesita un sistema educativo reformado que prepare a sus ciudadanos para la era cuántica, la inteligencia artificial y la digitalización global. Un modelo que no solo forme empleados públicos, sino emprendedores, desarrolladores, técnicos y profesionales capaces de competir en un mundo donde el conocimiento es el nuevo capital.
¿Podrán construir esta opción?
El Frente Amplio tiene el desafío de diferenciarse del libertarismo vacío de Milei y del establishment de Cambia Jujuy y el peronismo. El discurso contra la casta ya no es suficiente si no viene acompañado de soluciones concretas. La sociedad está agotada de slogans y quiere herramientas reales para progresar.
Mayo de 2025 será el momento de la verdad. La casta debe ser castigada, pero Milei también. ¿Quién llenará el vacío?