La producción agroforestal como aliada de la conservación: el modelo de ProYungas en Jujuy y el país
En un contexto global donde la deforestación avanza sin freno y la producción agrícola suele ser vista como una amenaza para la biodiversidad, un modelo argentino desafía esta dicotomía y demuestra que conservación y rentabilidad pueden ir de la mano. Alejandro Brown, biólogo y presidente de la Fundación ProYungas, lleva más de dos décadas desarrollando un enfoque que integra producción agroindustrial con la protección ambiental.
Su programa «Paisaje Productivo Protegido» (PPP) ha logrado articular a grandes empresas agrícolas con objetivos de conservación, alcanzando un impacto concreto en provincias como Jujuy, Salta y Tucumán. Con más de 2.700.000 hectáreas gestionadas bajo este modelo, de las cuales el 40% son áreas naturales protegidas dentro de fincas productivas, la iniciativa de Brown está reconfigurando la relación entre el sector privado y la ecología en la región.
Jujuy y el modelo de integración de ProYungas
En Jujuy, la fundación ha trabajado en la protección de la selva de yungas, un ecosistema clave que alberga una de las mayores biodiversidades de Argentina. A través de acuerdos con ingenios azucareros, productores tabacaleros y empresas agroindustriales, ProYungas ha promovido la implementación de corredores biológicos que garantizan la continuidad de los ecosistemas y la supervivencia de especies clave como el yaguareté, el tapir y diversas aves en peligro de extinción.
Uno de los casos más emblemáticos es el del Ingenio Ledesma, una de las mayores empresas productoras de azúcar y papel en Argentina, ubicada en Libertador General San Martín, Jujuy. Bajo la gestión de ProYungas, Ledesma ha destinado 100.000 hectáreas de su propiedad a la conservación de las yungas, protegiendo vastas extensiones de selva mientras mantiene su actividad industrial. Este modelo ha sido replicado en otras provincias del norte, consolidando un esquema donde la producción y la biodiversidad coexisten en un equilibrio sostenible.
La clave: monitoreo de la biodiversidad con apoyo del sector privado
Uno de los pilares fundamentales del trabajo de ProYungas es la implementación de monitoreos sistemáticos de biodiversidad en áreas productivas. Estos estudios permiten evaluar el impacto real de la actividad agroindustrial sobre el ecosistema y establecer estrategias de mitigación que minimicen la pérdida de hábitats naturales. Lo innovador del modelo es que estas investigaciones no dependen exclusivamente del Estado, sino que son financiadas en parte por las mismas empresas que operan en las regiones protegidas.
Según Brown, la clave del éxito de este enfoque radica en comprender que los productores no son enemigos de la naturaleza, sino actores fundamentales en la conservación. “Gran parte de la biodiversidad argentina está en manos del sector productivo tanto como en el sistema de Parques Nacionales”, afirma el biólogo. Su visión desafía el modelo tradicional de conservación basado en la exclusión de la actividad humana y apuesta por la integración sostenible.
Un modelo exportable: el impacto de ProYungas a nivel global
El modelo de «Paisaje Productivo Protegido» no solo ha sido reconocido en Argentina, sino que ha comenzado a captar la atención de organismos internacionales. La posibilidad de combinar desarrollo económico con protección ambiental podría convertirse en un esquema replicable en otras regiones del mundo donde la expansión agrícola amenaza ecosistemas frágiles.
Mientras el debate sobre el futuro de la producción y la ecología sigue encendido, la experiencia de ProYungas demuestra que es posible un camino intermedio. Jujuy, con su selva de yungas resguardada dentro de fincas productivas, se posiciona como un laboratorio de innovación en conservación. Alejandro Brown y su equipo han logrado lo que muchos consideraban imposible: que el desarrollo y la naturaleza dejen de ser adversarios para convertirse en aliados estratégicos en la construcción de un futuro sostenible.