¿Se acabó la paciencia o la confianza? La tormenta que amenaza el plan Milei-Caputo

¿Se acabó la paciencia o la confianza? La tormenta que amenaza el plan Milei-Caputo

Desde la mirada de Ricardo Arriazu: el dilema de la confianza en una economía bimonetaria

La jornada del viernes marcó un hito preocupante para la estabilidad del plan económico de Javier Milei y Luis Caputo. Con una pérdida de USD 474 millones en reservas, el mercado dio una señal clara: la fe en la sostenibilidad del esquema cambiario se está desmoronando. Los importadores decidieron hacer valer los Bopreal—el ingenioso bono que creó Caputo para posponer pagos de deuda comercial—y los bancos giraron dividendos, acelerando la sangría de dólares en el Banco Central. La pregunta es inevitable: ¿se acabó la paciencia del mercado o simplemente la confianza en que el gobierno podrá sostener el rumbo?

Si analizamos esta situación bajo el prisma de Ricardo Arriazu, el problema no es ni la impaciencia del mercado ni una conspiración de los actores financieros, sino la fragilidad estructural de la economía argentina. Para Arriazu, una economía bimonetaria como la argentina requiere un pilar fundamental: la confianza en la estabilidad del tipo de cambio y de la política fiscal. Cuando esa confianza flaquea, los pesos se convierten en un activo descartable y los dólares en la única garantía de protección.

El dilema del carry trade: del negocio seguro al desarme masivo

Hasta hace poco, jugar con la tasa en pesos en un contexto de inflación descendente y un crawling peg al 1% era un negocio redondo. Pero el mercado cambió de expectativas: la inflación dejó de bajar, las tasas se quedaron cortas y el gobierno no logra convencer a los grandes jugadores de que podrá sostener el dólar en su nivel actual. Según Arriazu, esto es parte del fenómeno de expectativas que domina las economías inestables. La inflación, como mecanismo de ajuste de la unidad de cuenta, solo puede ser contenida si se estabilizan simultáneamente el peso y el dólar. El problema es que esa estabilidad solo es posible con confianza en la disciplina fiscal y en la capacidad de intervención del Banco Central, algo que hoy está en duda.

La velocidad con la que se desmontaron posiciones de carry trade es un síntoma claro de esa desconfianza. Si los inversores creen que la devaluación es inevitable, se refugian en dólares antes de quedar atrapados en pesos depreciados. Como dice Arriazu, “cuando el gobierno pide prestado en pesos y devuelve en una moneda devaluada, la primera vez sorprende, la segunda vez molesta y la tercera vez el mercado se protege”. Eso es exactamente lo que ocurrió el viernes: un éxodo masivo hacia el dólar.

El FMI, la flotación y el temor a la devaluación

El mercado también observa con recelo el eterno tira y afloja con el FMI. El organismo insiste en la necesidad de una flotación cambiaria, algo que Milei y Caputo saben que, en el corto plazo, podría derivar en una devaluación descontrolada. Arriazu es tajante en este punto: “Si el dólar sigue siendo la unidad de cuenta de la economía argentina, la flotación no es una opción viable sin generar un colapso social”. Es decir, mientras el dólar sea el verdadero precio de referencia, cualquier movimiento del tipo de cambio dispara inflación y licúa salarios en pesos.

El problema es que el mercado ya está actuando en consecuencia. Los contratos de dólar futuro con vencimiento en diciembre de 2025 se están operando con una expectativa de devaluación cercana al 30%, lo que significa que los agentes económicos ya descuentan que el tipo de cambio actual es insostenible. En otras palabras, no solo “se acabó la paciencia”, sino que el mercado se está cubriendo ante una crisis cambiaria inminente.

¿Se avecina una crisis de reservas?

Para Arriazu, la clave de la estabilidad cambiaria es clara: “El Banco Central no maneja el tipo de cambio real, lo maneja el mercado en función de la confianza o desconfianza”. La brutal demanda de dólares en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC), con un volumen de operaciones récord desde mayo de 2023, es la evidencia de que la confianza está en caída libre.

Aquí radica el verdadero peligro: si el Banco Central sigue perdiendo reservas a este ritmo y no logra restablecer la credibilidad en su programa, la crisis podría escalar rápidamente. Arriazu ya lo advirtió en su última exposición: sin reservas suficientes, cualquier intento de liberalizar el mercado de cambios sería una receta para la hiperinflación. Y si el gobierno no puede sostener el dólar estable, la inflación se acelerará, lo que erosionará aún más la confianza y obligará a un ajuste aún más duro.

¿Corrección de rumbo o choque con la realidad?

Milei y Caputo enfrentan ahora su primer gran dilema: insistir en el esquema actual, con el riesgo de una corrida cambiaria, o dar señales de corrección que permitan recuperar algo de confianza en el mercado. La clave, según Arriazu, es mantener el equilibrio entre credibilidad fiscal y estabilidad cambiaria. Pero el problema es que, como él mismo afirma, “cuando Argentina enfrenta un dilema entre hacer lo correcto o lo políticamente conveniente, casi siempre elige lo incorrecto”.

Si la historia se repite, el escenario más probable es un endurecimiento de los controles para evitar una crisis cambiaria a corto plazo. Pero eso solo postergaría el problema sin resolver la falta de confianza estructural. Como dice Arriazu, Argentina tiene una oportunidad de cambiar su destino, pero el margen de error es mínimo. Si el gobierno no logra consolidar rápidamente su programa económico, la esperanza de crecimiento y estabilidad podría desvanecerse tan rápido como lo hizo la paciencia del mercado.

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