«¿Huele a devaluación? Lo que esconde el acuerdo del Gobierno con los bancos por los $9 billones que vencen esta semana»

«¿Huele a devaluación? Lo que esconde el acuerdo del Gobierno con los bancos por los $9 billones que vencen esta semana»

¿Qué es lo que más te preocupa hoy en Jujuy?

Esta semana, el Gobierno argentino enfrenta un desafío financiero de gran magnitud: el vencimiento de más de $9 billones en deuda en pesos, en su mayoría colocada en instrumentos como los Pases Pasivos del Banco Central. Para que se entienda fácilmente: es como si el Gobierno hubiera pedido prestado una montaña de dinero a corto plazo —a los bancos, principalmente— y ahora se acercara el momento de pagar o renegociar. Pero… no hay tanta plata en la caja, y entonces surge el dilema.

¿Qué está pasando?

Desde diciembre, Javier Milei y su equipo vienen intentando contener la inflación, estabilizar el dólar y recuperar algo de confianza. Para eso, absorbieron pesos del mercado, redujeron el gasto y congelaron algunos precios relativos. Sin embargo, el problema de fondo sigue sin resolverse: la bola de nieve de la deuda en pesos. Esta semana, se empieza a ver que la “licuadora” (es decir, dejar que la inflación erosione el valor real de la deuda) no es suficiente.

La gran pregunta es: ¿qué harán los bancos con esos $9 billones? ¿Reinvertirán ese dinero en nuevos instrumentos del BCRA (Banco Central), o exigirán condiciones más favorables ante el riesgo que implica seguir prestando a un Estado al borde de una crisis social?


El acuerdo que se cocina: ¿una solución o un síntoma?

El artículo de La Política Online sugiere que se estaría negociando un acuerdo entre el Gobierno y los bancos, para evitar un «cisne negro financiero». Si los bancos decidieran no renovar esa deuda (es decir, no volver a prestarle al Gobierno), el BCRA tendría que emitir dinero para pagarles, lo que podría disparar la inflación y provocar una fuerte presión sobre el dólar.

Así, lo que en apariencia es un “acuerdo técnico”, en realidad es un síntoma de desconfianza. Los bancos no están seguros de seguir apostando a instrumentos que se licuan con la inflación o que podrían ser defaulteados (como ocurrió en 2019 con el reperfilamiento de Lelics).

Para mantenerlos tranquilos, el BCRA podría ofrecer nuevas tasas más altas, garantías en dólares o mecanismos de rescate anticipado. Pero, ojo: cuanto más se ceda para evitar la salida masiva de pesos, más compromisos futuros se crean, lo que podría derivar en una eventual devaluación encubierta.


¿Por qué esto podría anticipar una devaluación?

Porque si los bancos piden más dólares, o condiciones atadas al tipo de cambio, están avisando que esperan una corrección del dólar en el corto o mediano plazo. Además, si el BCRA no logra renovar gran parte de ese pasivo y emite dinero para cubrirlo, aumenta la base monetaria. Más pesos en circulación, con demanda estancada, significa más inflación y presión cambiaria.

Para colmo, el dólar futuro está subiendo, y los contratos ya descuentan un tipo de cambio más alto en los próximos meses. ¿Qué significa esto? Que los mercados ya se están cubriendo de un salto cambiario, aun cuando el oficial se mantenga planchado por ahora.


Un ejemplo sencillo para entenderlo:

Imaginá que tenés una tarjeta de crédito con una deuda enorme que renovás mes a mes. Un mes el banco te dice: “Bueno, te la vuelvo a renovar, pero te subo el interés o me das algo en garantía”. Esa negociación no es una señal de estabilidad, sino de que el banco teme que no le pagues. Si además tenés pocos ingresos, la situación se complica. Así está el Gobierno con los bancos.


¿Qué debemos observar en los próximos días?

  • Tasa de renovación: Si el BCRA logra renovar el 100% de esos $9 billones, respirará unos días más. Si renueva menos, habrá que emitir.
  • Tipo de cambio financiero (MEP y CCL): Un salto fuerte puede indicar que el mercado ya no cree en la estrategia actual.
  • Inflación de marzo y abril: Si se acelera, confirma que la licuación no está funcionando como se espera.
  • Dólar futuro: Ya está marcando subas, lo cual puede generar profecías autocumplidas.

Lo que está ocurriendo no es una crisis declarada, pero sí un síntoma claro de una tensión estructural que podría estallar si no se actúa con inteligencia y rapidez. La devaluación no siempre se anuncia: a veces se filtra en los contratos, en las tasas, en las conversaciones con los bancos. Y, como dice el dicho en economía: cuando todos se cubren, el problema ya llegó.

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