Patricia Bullrich, la ex candidata del PRO que prometía “orden y coraje” ahora pide tijera, hacha y motosierra… pero para otros. En un acto de redención fiscal, la ministra de Seguridad salió a reclamarle a Jorge Macri que imite al presidente Javier Milei y recorte los “excesos” de la Ciudad de Buenos Aires: empresas estatales deficitarias, estructuras políticas innecesarias, y cargos que se reproducen como hongos bajo la lluvia.
Suena coherente. Suena libertario. Pero también suena oportuno: en la hora de los sacrificios, el ajuste no puede ser selectivo ni ciego.
Lo curioso —y peligroso— es que este sinceramiento político que parece encenderse en Buenos Aires, todavía no prendió fuego en Jujuy. En nuestra provincia, el ajuste es una palabra prohibida durante las campañas, un secreto a voces que ni los oficialistas ni la oposición quieren tocar. Nadie habla del gasto político, nadie audita las empresas públicas, nadie cuestiona los nombramientos hereditarios. Mientras Milei exige a las provincias que se ajusten, y Toto Caputo receta austeridad para municipios, Jujuy sigue simulando normalidad con un gasto que huele a Estado del siglo pasado.
Empresas estatales que chupan recursos
¿Hace cuánto que nadie le pone la lupa a Cannava, Agua Potable, JEMSE, Cauchari, ferrocarriles fantasmas, y otros entes y sociedades que acumulan presupuestos multimillonarios con resultados invisibles?
La motosierra —si realmente se quiere usar— debería empezar por ahí. Por las estructuras que no rinden cuentas, que consumen sin producir, que sirven más para ubicar militantes que para brindar servicios.
🪓 Estructuras parasitarias y funcionarios vitalicios
En Jujuy hay decenas de direcciones, subsecretarías y organismos que nadie puede explicar para qué existen. La política jujeña se volvió un sistema de protección laboral para sus propios cuadros. Cada cambio de gobierno es una rotación de cargos, no una transformación de funciones.
¿Y el ajuste? Bien, gracias.
Bullrich, que alguna vez fue parte de ese PRO moderado que evitaba hablar de recortes, ahora se convirtió en la vocera más implacable del “achicamiento” estatal. Pero el verdadero mensaje de su giro no es para CABA: es para el resto del país, y para provincias como Jujuy, donde la motosierra aún duerme en una oficina alfombrada.
🧨 ¿Y la ciudadanía?
Mientras tanto, los vecinos siguen pagando tasas e impuestos municipales por servicios que no mejoran, asumiendo la deuda social que los políticos no quieren recortar. ¿Por qué nadie habla de achicar la planta política en los municipios? ¿Por qué no hay auditorías públicas reales? ¿Por qué el ajuste solo cae sobre los de siempre?
La motosierra que pide Milei y que ahora blanquea Bullrich tiene un destino: los privilegios enquistados en el Estado. Si en Jujuy no se animan a usarla ahí, no es austeridad: es cobardía.